Capítulo trece: Buenas noches. [EDITADO]


María:


Pasamos del sexo a la parte difícil: los sentimientos.


Se vistió, y se fue al cuarto que compartía con ella, para dejarme intimidad para vestirme, como si no me hubiera visto desnuda nunca. Dijo que le avisara cuando terminara.


Me vestí y como habíamos acordado, lo llamé por su nombre. Cuando volvió seguía mirándome con ese incendio en los ojos. Se sentó a mi lado, en el sofá.


-¿Quién es Fran? ¿El chico de tu clase?- Fue lo primero que me preguntó.


Eligió empezar con la pregunta más difícil de responder.


-Así es.- Reconocí.


-¿Y por qué pensabas en él?


En ese momento, me di cuenta de que todas las preguntas que me hiciera serían difíciles de responder.


-No lo sé.


-María, olvidas que ante todo soy tu profesor. Sé cuándo mientes. ¿Te gusta el novio de tu amiga?


-No. No es eso.


-¿Entonces? ¿Por qué me llamas por su nombre?


-Estaba pensando en él.


Se echó una mano a la frente.


-Creo que deberías de irte. Es tarde.


Lo agarré de la mano.


-No me eches, por favor. Olivia tardará en volver, quiero quedarme contigo.


Ignoró lo que le dije.


-¿Qué hacías pensando en él en ese momento? Está bien, planeamos no enamorarnos ninguno de los dos. Sexo sin compromiso, cada vez que nos apeteciera a los dos... ¿Pero por qué piensas en él? ¿Te gustaría que pensara yo en mi mujer?


Debía de ser sincera con él si no quería estropearlo todo más. Él estaba arriesgando tanto por aquello. Si su mujer se enterase, lo dejaría. Si en el instituto se enterasen, lo echarían. Decidí ser justa y arriesgar yo también, contándole una verdad que nadie más sabía.


-Una vez Fran y yo...


-¿Lo sabe Daniela?


-No. ¡Claro que no!


-¿Hace cuánto de eso?


-Un par de meses.


Soltó mi mano y se levantó.


-No soy quien para hablar, y está claro que no puedo dar ejemplo, ni de coña. Pero esto que me estás contando es horrible. Daniela es tu amiga.


Me levanté de un brinco.


-Está claro que no eres quién para dar ejemplo; tú tienes mujer y te tiras a una alumna.


Negó con la cabeza.


-¿De verdad no te das cuenta? Entre mi mujer y yo, la chispa murió hace años; estoy seguro de que ella hace lo mismo por ahí con otro tío. Pero tú, María... ¿Cómo tienes la poca vergüenza de hacerle eso a tu mejor amiga?


Solté una carcajada.


-¿Cómo tienes tú la poca vergüenza de serle infiel a tu esposa con una alumna?- Contraataqué.


Se cruzó de brazos, y me atravesó con la mirada.


-Eres solo una niña, lo estás demostrando, pero quiero saber algo. ¿Qué sientes por Fran?


-Ya te lo he dicho; no siento nada por él, ni siquiera me gusta. Surgió y ya está, ninguno de los dos dijimos ni una palabra a nadie.


-Eso es lo que nos diferencia a ti y a mí. Que acostarte con el novio de tu mejor amiga para ti significó una aventura, como esto. Pero para mí no es eso. ¿Sabes acaso lo que yo siento por ti? Me has quitado diez años de encima, has hecho que vuelva a sentirme joven, has hecho que vuelva a enamorarme de la vida, María.


Sonreí, me acerqué a él y lo besé, él ni se inmutó.


-No me has dejado terminar. ¿Crees que debería contárselo a mi mujer?- Me preguntó, serio.


Asentí con la cabeza. Esa vez ganaba yo, como siempre. Y ni siquiera sentía nada por él.


-¿Y por qué tú nunca se lo has contado a Daniela?


Me dejó callada unos segundos. Lo miré, horrorizada.


-Es distinto...


Se rió.


-Claro que lo es. Ahí quería yo llegar; eres una cría, para ti esto del sexo es solo un juego, y si se lo contaras a Daniela, sabes que pagarías las consecuencias perdiendo su amistad. Y tú no eres lo suficientemente madura como para pagar las consecuencias de cualquiera de tus actos. Yo sí. Lo he arriesgado todo por esto, y lo sabes. Pero se acabó.


-¿Cómo que se acabó?- Pregunté, a punto de llorar.


No me dolía perderle, me dolía que fuera él quien lo decidía, y no yo.


-Tan sencillo como que no eres lo que busco. Esta noche me has demostrado que eres una cría. Vete de mi casa y no vuelvas a llamarme nunca, al menos hasta que madures, que a partir de ahora, yo solo seré Álvaro, tu profesor de educación física. Buenas noches.


Me quedé muda en mitad del salón durante unos segundos.


-No seas así, Álvaro, por favor.


-No, no lo seas tú. Vete, por favor, Olivia llegará pronto.


Fruncí el ceño.


-¿Me vas a echar de tu casa como si fuera un perro?


-Vamos, sabes que no es así...


Conseguí ablandarle.


Ahora sólo tenía que irme, y él me detendría. Estaba segura. Álvaro no podía dejarme marchar.


-Si quieres, puedes quedarte un rato más. Pero poco...


Le sonreí, y le di un beso en la boca que desembocó en otros tantos y en un final feliz que sólo el sexo podía proporcionarnos. Por supuesto, fue el principio del fin.

Comment