Capítulo doce: El nombre. [EDITADO]


Daniela:


La fiesta se había acabado para nosotros, y después de dejar a Eme en su casa, Yago me pidió que me pasara al asiento del copiloto. Puso de nuevo el coche en marcha, y se concentró en la carretera.


-Así que te has enterado ya, ¿no?- Me preguntó después de un rato en silencio.


-Sí.


Suspiró.


-Por eso Eme ha estado tan callada. Voy a matar a Alessandra, le está haciendo mucho daño.


-Sinceramente la entiendo más a ella que a Eme. Si Fran me dejara de querer de pronto, me negaría a aceptarlo.


-¿Y si tú le hubieras dado motivos para que eso sucediera?


-Cuando quieres a alguien de verdad, no hay motivos suficientes.


-No lo entiendes.- Cabeceó.


-La verdad es que no. Eme está siendo egoísta. ¿Qué motivos tenía para dejar de quererla?


-Eso tendrás que preguntárselo tú. Pero créeme que cualquiera en su sano juicio hubiera hecho lo mismo.


En ese momento, aparcó el coche delante de nuestro edificio.


-¿Duermes en mi casa?- Me preguntó, antes de quitarse el cinturón.


Me sonrojé. Qué directo.


-A la mía no puedo ir, es tarde, y no llevo las llaves.


-¿Eso es que sí?


-Sí.


Me sonrió. Quitó las llaves, y se bajó del coche. Yo hice lo mismo.


Si Fran se enteraba de que dormía con otro chico, se enfadaría. Y con razones. Planeaba que sería un secreto, y que nunca se enteraría. Pero las cosas, al día siguiente, sucedieron de otra forma.




María:


Me cogió en peso, y me dejó sentada encima del sofá de su salón. Él estaba entre mis piernas. De un segundo al otro, pasó de besarme la boca a morderme con fuerza la clavícula. Gemí.


Me encantaba la sensación de hacerlo pasar de la delicadeza de un beso a la fuerza de un mordisco. Me encantaba volverle loco, y ser yo quien mandaba. Pasé la mano por su espalda desnuda para acercarlo más a mi clavícula, como si fuera posible estar más cerca. Él me acariciaba la espalda, y encontrando el cierre de mi sujetador, me lo desabrochó. No tenía tirantes, y cayó directamente al suelo.


Estábamos casi desnudos, uno enfrente del otro, una vez más. El curso había acabado, y lo nuestro había sobrevivido. Bajó un poco más, y me pinchó un poco con la barba antes de empezar a lamerme el pezón izquierdo. Sentí un escalofrío cuando pasó su lengua con rapidez por mi pezón, trazando círculos. Aspiró, y volvió a subir para lamerme los labios.


Sonreí.


Había tenido cuatro novios, y un par de amigos con derecho, y ninguno de ellos había sabido satisfacerme tanto nunca. Y eso que la primera vez que lo vi, ni siquiera me pareció guapo. Al principio, solo era morbo. Una aventura más. No sabía que aquello se convertiría en tradición día sí y día también.


Durante el curso, por supuesto, repetí varias veces. Y cada una de ellas, superaba a la anterior. Lo habíamos acordado así, ninguno de los dos se enamoraría, daba igual que fueran más o menos frecuentes nuestros encuentros. Eso solo sería sexo sin compromiso, un oscuro secreto que guardaríamos para siempre, y que ninguno de los dos le contaría a nadie. Nos arruinaría la vida. Más a él que a mí, y pensando por primera vez en él, se lo oculté a todo el mundo. Claro que una vez mi mejor amiga, Daniela, estuvo a punto de descubrirnos, pero yo se lo negué. No podía saberlo nadie. Bajó la cremallera de mi falda, y la arrastró por mis piernas. Hizo lo mismo con mi tanga rosa.


Me dio un par de besos cerca del ombligo y un lengüetazo. Y luego otro, y otro, y bajó sin despegar la lengua de mi piel. Abrí las piernas, lo cogí de la nuca, y lo atraje más hacia mí. Era imposible acercarlo más. Empezó a recorrer con su lengua mi zona con una velocidad de vértigo. Yo gemía, y no quería que se separase nunca.


Lo apretaba con más fuerza, y envolvía su cuello con mis piernas. Me encantaba el sexo con él. En aquel momento, quería que me penetrara. Gemí su nombre, queriendo llamar su atención.


-Fran.


Él pareció no oírme, seguía jugando.


-Fran. Fran.


En ese momento, levantó la mirada hacia mí, y se apartó, poniéndose derecho.


-¿Cómo me has llamado?- Preguntó, con furia en sus ojos.


Acababa de estropearlo todo.


¿En qué estaba pensando? Él no se llamaba Fran.

Comment