Extra 3


El cielo era azul, el aire estaba impregnado del aroma de las flores y todo lucía tan primaveralmente maravilloso que Frank tuvo que forzarse a sí mismo para no vomitar. Estaba asqueado de lo lindo que era todo, era totalmente frustrante que el mundo enseñara tal cara un par de semanas después de la partida de Gerard, sin mostrar ni una pizca de respeto. Aunque, a decir verdad, parecía ser él la única persona en el mundo que seguía guardando luto. Y lo entendía, o al menos intentaba hacerlo. Todos tenían otras cosas que hacer, todos tenían una vida que vivir... pero la suya giraba en torno a Gerard y ahora que él no estaba era difícil intentar pasar su recuerdo por alto y buscar algún otro pasatiempo.


Y aunque su tiempo libre era de 24 horas al día y su única compañía en el mundo era el feo perro que el amor de su vida había dejado atrás, no había encontrado un momento libre para visitar el cementerio desde el día en que había sido tragado por la tierra. Sabía cómo lucía la lápida y sabía que su suegra se encargaba de que siempre hubiese flores en aquella pequeña fracción de césped que le pertenecía, pero no lo había visto con sus propios ojos, no había querido hacerlo. En su mente Gerard se había ido directamente al otro plano existencial, ya fuera el cielo o incluso alguna vida siguiente... Gerard ya no existía en ese mundo, no era un fantasma, no era un cuerpo en estado de descomposición dentro de un féretro a tres metros bajo tierra, no era un cadáver. Gerard era demasiado importante como para ser un cadáver.


Pero aun así había conducido durante treinta y cinco minutos hasta el bonito cementerio en donde el cuerpo de Gerard había sido depositado, y luego de maldecir al clima primaveral había dado con la zona en donde la lápida de Gerard estaba ubicada. Había un pequeño molinete de papel que giraba sin parar. Y Frank sonrió. Su rostro dolió, como si no hubiese sonreído en años, y posiblemente era así. Tomó asiento en posición de loto y arrancó un pequeño puñado del estúpidamente verde césped.


— Tienes un bonito lugar aquí —murmuró, su voz sonaba ronca—. Todo verde, y uh, amplio. Aunque tu lápida es una mierda, Gerard Arthur Way —suspiró al leer el nombre de su amor—, quiero decir, esa frase es una mierda. "Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados para la vida eterna."


No pudo evitar reír, era una completa estupidez.


— Lamento haber estado demasiado deprimido para funcionar —dijo después de un rato—, habría pedido que escribieran algo genial como una cita de Darth Vader o de Los Simpson... no una frase genérica de la biblia. Pero, bueno... tu madre pagó por todo esto. ¿Quién hubiese creído que estar casado con un paciente terminal te dejaba en la ruina?


Se frotó los ojos un par de veces y volvió a sonreír, en casa se sentía totalmente estúpido intentando hablar con Gerard, realmente sentía como si estuviese hablando solo, pero ahí, por alguna razón, no lo sentía así.


— Te había escrito una carta pero se me quedó en casa, en el reverso había escrito una lista de canciones para que escucharas, pero... no sé, ¿tienes reproductor de mp3 allá en dónde estás? No creo que sea el cielo si no hay música. ¿Estás en el cielo o era verdad que los homosexuales no pueden entrar ahí? Deberías poder hablar conmigo... deberías poder contarme todas esas cosas, o como mínimo bajar a charlar un rato sobre cualquier cosa. Estoy viendo una serie genial, sobre vikingos y cristianos, a ti te gustaría porque tiene montones de sangre.


Se quedó en silencio unos instantes, todo estaba tan silencioso que resultaba extraño. Se abrazó a sí mismo y se quedó mirando la estúpida frase tallada en la lápida por unos momentos. Justo debajo, en letras más pequeñas, se leía "Amado hijo, amigo y esposo." Pero eso era también bastante estúpido porque Frank sabía que ni su madre ni sus amigos lo habían amado, al menos no tanto como él lo había hecho.


— Hace unos días fui a dar una vuelta a mi oficina, en el hospital. Sigue siendo mía, pero no quiero volver ahí —suspiró—, encontré mi cámara y estaba esa foto que te tomé cuando nos conocimos... y encontré también, sobre el escritorio, una pila de libros para ayudarme a superar tu pérdida. Debo admitir que leí algunos, al menos por encima, pero la verdad es que todos son una total mierda... dudo mucho que sus autores hayan perdido realmente a alguien porque los consejos son terribles, ¿sabes? Son una mierda... estoy seguro de que si estuvieras aquí conmigo te reirías de esos libros, y no lo sé, creo que ahora entiendo lo estúpido que es mi trabajo. Estudié para ayudar a personas que están deshechas, así como yo ahora luego de perderte y he de admitir que es algo imposible de hacer... nadie puede ayudarme, Gerard. Nadie puede calmar el dolor en mi corazón, bueno, hay alguien... Tú. Pero tú estás muerto y nada va a cambiar eso, estás muerto y te extraño tanto, estás muerto y yo estoy aquí, sin ti.


Su vista estaba nublada por las lágrimas cuando se puso de pie. Sus piernas hormigueaban y realmente no recordaba en donde rayos había estacionado el auto, solo sabía que tenía que salir de ahí para llorar al amor de su vida escondido detrás de esas paredes que una vez habían sido suyas. Lo extrañaba tanto y dudaba que eso fuese a cambiar porque estaba totalmente destruido, y no había un brillante futuro para él. Sólo sufrimiento, soledad y autodestrucción. Y quizás eso estaba bien... porque lo único que tenía sentido para él era la posibilidad de reunirse pronto con el amor de su vida.

Comment