Capítulo XIII


El rumor de la llave entrando en la cerradura me despertó de mi letargo, luego de conversar con mamá me había quedado dormido en el sofá y había permanecido ahí hasta que Lindsey llegó. Traía aspecto abatido y me miró de mala gana al cerrar la puerta detrás de ella.


Sinceramente, ya me estaba hartando.


— ¿Me estabas esperando? —me preguntó alzando una ceja.


¿A la defensiva, tan pronto?


— Hola, no... es sólo que me quedé dormido en sofá... —me defendí tallándome los ojos.


— Oh lo siento —se retractó de inmediato— ¿Vamos a la cama? Estoy exhausta...


— ¿Qué tal la galería? —le pregunté levantándome del sofá, un quejido se escapó de mis labios. A veces olvido que tengo esa bomba de tiempo ramificándose en mi espalda.


— Bien... —suspiró para luego voltearse sobresaltada, la puerta se había abierto de golpe a sus espaldas. — ¿Qué haces aquí? —era Billie quien había entrado.


— ¡Sorpresa! —exclamó levantando ambas manos teatralmente en el aire.


— ¿Sabes qué hora es? —Lindsey le preguntó rodando los ojos. Aunque de pronto la sentí tensa.


— Es la hora exacta —dijo mi amigo, paseando la mirada desde mi esposa hasta mí.


— ¿La hora exacta para qué? —le pregunté frunciendo el ceño. Él sonrió.


— Yo andaba por aquí cerca y quise pasar a saludar... —comenzó alargando las palabras— Con la chica de la librería ¿Recuerdas?


Yo asentí.


— La cosa es que... no nos fue muy bien, química y algunas malas palabras, mierda de ese tipo —hizo un gesto con la mano, restándole importancia— El punto es que... —una de sus manos bajó hasta el bolsillo de sus jeans, sus ojos se posaron sobre Lindsey —mientras estaba con ella, me encontré con Lindsey.


— ¿Eh? —ella se volteó, lucía asustada y sorprendida. ¿Qué sucede aquí?


— Quisiera mostrarte lo que yo llamo... —sus ojos fueron ahora a la pantalla de su celular y luego lo acercó a solo centímetros de mi rostro— ¡EXPOSICIÓN! ¡TE ATRAPÉ, PERRA!


¿Qué demonios? Mis ojos viajaron de inmediato a la foto tomada con el celular, era Lindsey y un tipo de cabello castaño, ambos abrazándose, ambos besándose...


— ¡Gerard, no le creas nada! —gimoteó, más no le presté atención.


— ¡ES LINDSEY! —Billie lucía más extasiado de lo que lo había visto en años— ¡CON ESE SUCIO HIPPIE! ¡SE ESTABAN BESANDO Y NO PUEDES NEGARLO PORQUE TE TOMÉ UNA PUTA FOTO! ¡TE ATRAPÉ, MALDITA!


— ¡Cállate! —gritó ella al borde de las lágrimas. Yo estaba parado ahí, en medio de la sala, con la mente a kilómetros de distancia y la mirada perdida en algún punto, sus palabras rebotaban en mi subconsciente.


— ¡Al fin tengo la prueba que necesitaba, eres una basura! —rió él, guardando su celular nuevamente.


— ¿Qué tienes para decir? —le pregunté con un suspiro. Ella negó levemente.


— Yo...


— ¿Me engañaste?


Suspiró fuertemente y luego de despeinarse violentamente, suspiró—: Sí.


— ¿Sí? —dije con un hilo de voz, una parte de mi quería que todo eso fuese una broma. Una mentira. Rogaba para que esa parte de mi vida normal, permaneciera. Pero no, toda mi vida se desmoronaba lentamente frente a mis ojos...


— No tienes idea de lo difícil que ha sido todo esto para mí —sollozó—. No sé cómo tratar con todo esto... Es tan estresante, estás tan enfermo y yo...


Billie lanzó un bufido, yo sabía que quería lanzarla a la calle de inmediato. Y gran parte de mí también quería hacerlo.


— Además... todos están dejándote de lado ¡Incluso Billie! ¿Por qué yo soy la mala ahora?


Suspiré fuertemente, intentando no prestarle atención a sus palabras. Aunque eran malditamente ciertas.


— ¡Porque eres su maldita esposa y lo engañaste, perra! —Gritó Billie— ¡Tiene cáncer, maldita sea! ¡No es un puto resfriado, es cáncer!


— Gerard... —ella intentaba ignorar a Billie a toda costa— Teníamos problemas mucho antes de que todo esto pasara, yo quería... quería el divorcio y lo sabes pero luego tú te enfermaste y... no supe qué hacer.


— ¿Por qué sigues aquí entones? —Le pregunté, intentando posar mi mirada en las paredes o el techo— ¿Por qué sigues durmiendo en mi cama?


— No quería abandonarte... —susurró.


— Lindsey, por favor... vete —mi voz sonó amortiguada—. Sólo vete... —repetí más para mí mismo que para ella.


— Gerard... mañana hablemos todo esto como dos personas adultas, ahora vamos a la cama ¿Sí? —se acercó y posó su mano sobre mi antebrazo. Me retiré de inmediato, su tacto quemaba como los mil demonios.


— Tienes que irte de aquí —le dije mirándola a los ojos.


— ¡Qué malditamente incómodo! —gritó Billie pegándole con el puño a la puerta. El maldito sonreía de oreja a oreja.


— No quiero irme... —gimoteó.


— ¡Tienes que irte, vete ya! ¡No quiero hablar, no quiero escucharte más en lo que me queda de vida, y créeme que no es mucho!


— Aun tengo afecto por ti, Gerard...


— ¡Vete, maldita sea! ¡No quiero seguir viendo tu maldita cara! ¡Fueron cuatro malditos años soportando estar casado contigo, Lindsey! —mi voz me desgarró la garganta, levanté la vista sorprendido. No había sido Billie quien había dicho eso, había sido yo.


Sus ojos se posaron en mí, las lágrimas comenzaron a bajar y luego de unos segundos, estaba cerrando la puerta a sus espaldas. Suspiré fuertemente y me dejé caer en el sofá, Billie seguía parado junto a la puerta. Ambos nos miramos por unos largos instantes, luego de cuatro años de incómodo matrimonio, Lindsey por fin se había ido. La había botado. Todo se había acabado.


— Woah... —exclamó Billie, yo asentí solamente. No sabía que decir, estaba en blanco— ¿Qué te parece si festejamos?


Levanté la mirada, él lucía radiante. Yo destruido. No porque Lindsey se hubiese ido en sí, sino porque el último trozo de normalidad en mi vida, se había ido con ella.


— Quiero estar solo —le dije intentando esbozar una sonrisa— Te llamaré ¿Sí?


Él asintió y luego de palmearme el hombro, caminó hasta la puerta.


— Gerard, tienes que saber que.... Esto lo mejor que pudiste haber hecho —me dijo dirigiéndome una de esas miradas que significaban más de diez mil abrazos.


— ¿Por qué? —pregunté, aunque en realidad no me interesaba saber, al menos de momento.


— Porque te mereces algo mejor... algo mucho mejor —cuando se fue, las palabras quedaron suspendidas en el aire por unos largos minutos, acompañándome, reconfortándome.


Sin saber qué más hacer, caminé hasta la habitación. Todo se veía terriblemente enorme ahora que estaba sólo en casa. Y la cama estaba terriblemente helada. Luego de ponerme el pijama y acostarme, una idea iluminó mi mente. Y aunque en primera instancia fue vergonzoso el sólo pensarlo, luego dejó de serlo... además no quería dormirme con él "Y sí..." Rondando por mi mente.


Con un largo suspiro y luego de mil peleas internas, me animé.


— ¿Hola? —una voz pastosa contestó al otro lado de la línea.


— Hola... —dije quedamente.


— ¿Gerard? —se escuchaba sorprendido.


— Eso creo.


— ¿Sucede algo?


— Suceden muchas cosas...


— ¿Quieres que nos veamos? Si quieres puedo ir a donde estés y...


— No, sólo necesito escuchar una voz amable —suspiré, él también lo hizo.


— ¿Qué tal tu día?


— No quiero hablar de eso...


Un largo silencio se expandió entre ambos.


— ¿Sabes? Antes tenía un perro, pero mi madre decidió adoptarlo porque decía que yo no tenía tiempo para cuidarlo. Se llama Houdini.


— ¿Tu madre?


Él lanzó una estruendosa carcajada y sólo entonces comprendí.


— Houdini es tu perro, ¿cierto?


— Sí.


— ¿Cómo el escapista?


— Así es, adoro a este tipo.


— ¡Yo también! —exclamé y por primera vez en el día estaba sonriendo de verdad.


Seguimos conversando de todo y nada por un cuarto de hora quizá, mis parpados pesaban, más no quería despegarme del teléfono y dejar de escuchar su voz...


— ¿Gerard? —preguntó él, me había quedado en silencio por mucho tiempo.


— ¿Frank? —pregunté como respuesta, él sonrió.


— Gracias por llamarme, me siento terriblemente solo por las noches —suspiró. Y algo dentro de mí se estremeció.


— ¿Extrañas a Houdini?


— Houdini no es el tipo de compañía que necesito...


Ambos suspiramos, nos sentíamos igual de solos. Y a veces... cuando juntas la soledad de dos personas... puedes convertirla en compañía.


— ¿Frank? —pregunté luego de un rato, más no recibí respuesta. A lo lejos escuché un leve ronquido y sonreí nuevamente antes de cortar la conexión.



Comment