Capítulo XXXII


— ¿Entonces estás diciendo que crees que Billie y Lindsey están juntos? —Frank me miró riendo, tomando su taza de café y sentándose frente a mí en la mesa. Yo asentí. Sabía que era estúpido e irracional, pero realmente creía eso. Hace sólo un par de días Billie había venido a casa, ya había superado sus diferencias con Frank acerca de mí así que estábamos bien. Se quedó a cenar y luego dijo que tenía que marcharse porque tenía un compromiso. Cuando le pregunté qué tipo de compromiso me ignoró y se hizo el idiota. Pero yo quedé con la duda. Así que hice lo que una persona con interrogantes y sin respuestas hace. Revisé su perfil de Facebook.


Y aunque no había casi nada ahí —porque este tipo tiene ese problema con el FBI y la inteligencia que, según él está al tanto de todo lo que ponemos en internet—, pude ver su lista de amigos. Y ahora, desde hace poco supuse, era amigo de Lindsey en Facebook. Quizá eso puede ser solo un dato al azar, pero yo los conozco más que a mí mismo y ellos jamás serían amigos en Facebook, a menos que... a menos que estuvieran juntos o algo así.


— ¿Cuáles son tus bases para decir eso? —Preguntó nuevamente y antes de que yo pudiera contarle el cuento de Facebook, agregó— Quiero decir, él es tu mejor amigo, te separaste de Lindsey hace cuanto... ¿Tres o cuatro meses?


— Mira, estamos hablando de Billie y Lindsey —dije poniendo mi café a un lado para hacer gestos con mis manos, una era Lindsey y la otra Billie— Lindsey —murmuré moviendo la mano derecha—, no entiende a razones, ella sólo está caliente y actúa. Ahora Billie —ahora moví la izquierda—, tiene una extraña clase de atracción a las mujeres vulnerables ¿Y qué es Lindsey desde que la eché casi a patadas de mi casa?


Frank me miró y yo alcé ambas cejas asintiendo lentamente con la cabeza, se frotó la barbilla mientras yo frotaba mis manos entre sí. Y él abrió la boca una vez más, pero la volvió a cerrar, sin saber qué demonios decir para refutar mi teoría. Era obvio.


— Pero no creo que ella sea tan zorra ni que él sea tan mal amigo ¡Después de todo fue tu esposa durante años! —exclamó él, yo asentí riendo.


Sí había sido mi esposa. Y sí, Billie era mi mejor amigo. Pero supongo que... de alguna forma, yo sabía que ambos terminarían así. Quizá por el típico "del amor al odio hay un solo paso". De todos modos, era un hecho. Y para mi estaba bien. Después de todo yo tenía a alguien a quien amar.


Frank rió y de pronto cambió el tema al hecho de que mamá iría a casa al día siguiente con una tarta y películas musicales para pasar la tarde 'con sus niños', como había comenzado a llamarnos cuando finalmente le conté porqué Frank y yo estábamos viviendo juntos. Y ella estaba bien con todo eso, creo que incluso lo había tomado mejor que yo.


— ¿A qué hora regresas? —le pregunté, Frank miró el reloj, luego miró el techo y frunciendo los labios habló.


— Creo que a las cuatro o cinco de la tarde, pero estaré aquí para acompañarte al médico —sonrió, me había obligado a tomar cita con mi antiguo doctor para hablar el tema de los medicamentos y todo eso, puesto que los que me había recetado su amigo me habían provocado fiebre y algunos otros síntomas molestos.


— Gracias —dije realmente agradecido y me puse de pie para rodear la mesa y besar su mejilla. Frank me miró y simplemente se acercó a mí—. No sé qué haría sin ti... —agregué abrazándolo por la cintura y uniendo nuestros labios por unos instantes antes de apartarme para ir a dejar mi taza al fregadero.


Pero al dar el segundo paso todo se fue a negro dentro de mi cabeza, mis piernas se desvanecieron y era como si mi corazón se hubiese detenido. Escuché la voz de Frank a lo lejos, llamándome por el nombre, sentí un dolor en la cabeza y luego todo se convirtió en nada...


Cuando abrí los ojos la luz me encegueció por unos instantes, parpadee y logré ver lo que había a mi alrededor. Estaba en una sala de hospital con un monitor cardiaco conectado al pecho, busqué a Frank pero no estaba por ninguna parte y cuando me llevé una mano a la cabeza para cubrir mis ojos de la molesta luz blanca, noté un parche sobre la ceja izquierda. Entonces el dolor de cabeza que sentí antes de desmayarme había sido un golpe.


Y de todos modos ¿Por qué demonios me había desmayado?


¿Y cuánto tiempo había permanecido dormido esta vez?


Estos lapsos de inconciencia cada pocos días realmente estaban acabando con mi tiempo y paciencia ¿Cómo se suponía que viviera por tres meses si la mayor parte de ellos me la pasaba inconsciente en una sala de hospital? Un rato después, Dios sabe cuánto, Frank entró por la puerta, traía una botella de agua y lucía cansado. Al verme despierto corrió de inmediato a la cama y me besó la frente, yo intenté sonreír pero mis interrogantes eran tantas que simplemente no me lo permitían.


— ¿Qué pasó? —fue lo primero que se me ocurrió preguntar, Frank tomó asiento a mi lado, abrió la botella, le dio un largo trago y luego habló, yo le quité la botella y tomé agua también.


— Te desvaneciste en el piso de la sala ¿Recuerdas? Te desmayaste, llamé a la ambulancia y estuvieron en unos diez minutos en casa. Vinimos hasta acá, el doctor te chequeó y vendrá con los resultados dentro de una hora —respondió tranquilamente.


— ¿Cuánto estuve dormido? —pregunté algo afligido. Si había pasado por un viaje en ambulancia, exámenes y demás cosas, había sido bastante.


— Cien años, bello durmiente —bromeó haciendo un gesto teatral con los brazos—. No, creo que un par de horas —miró su reloj de pulsera, contó con los dedos y luego agregó—. Son las cuatro de la tarde así que unas cinco horas.


Suspiré fuertemente y le entregué la botella casi vacía. Para mi estaba bien, al menos no habían sido días como la vez anterior. Pero no para él, Frank había faltado nuevamente a su trabajo y era total y llanamente culpa mía.


— Lo lamento —dije mirándole, Frank frunció el ceño.


— ¿Qué cosa?


— Esto... que estés faltado a tu trabajo para cuidarme, lo lamento.


Frank se limitó a fruncir más el ceño, hacer un gesto con la mano para restarle importancia y ponerse de pie, dándome la espalda. Luego se giró, con las manos en la cintura y un gesto realmente molesto en el rostro.


— ¿Sigues con esa idiotez, Gerard? —Lo miré interrogante— ¿Cuándo vas a entender que hago esto porque quiero hacerlo, porque me importas y porque te amo?


Me tuve que tragar las cursis palabras que planeaba responderle, porque justo en ese momento llegó el doctor con unos papeles en las manos, entró a la habitación y cerró la puerta a sus espaldas, nos miró y habló.


— Estos resultados son con respecto a sus exámenes, señor Way —comenzó y posó su vista en Frank— ¿Cuál es el parentesco que tienen ustedes dos?


Frank no dijo nada, sólo me miró algo sonrojado y yo sonreí.


— ¿Son familia?


— No —respondí al instante.


— ¿Amigos?


— No —respondí nuevamente.


— ¿Están casados?


Miré a Frank y pude ver cómo reprimía una carcajada, así que me apresuré a contestar que no nuevamente, el doctor se frotó la barbilla y con tono severo dijo:


— Si no tienen un real parentesco tendrá que salir joven, no está permitido que extraños al paciente se enteren de su tratamiento y las consecuencias de este —murmuró, yo me incorporé en la cama y rápidamente exclamé:


— Frank no es un extraño —dije en un tono más alto de lo usual, ambos me miraron—. Quiero decir, no es un extraño para mí. Y puede que no estemos casados, que no seamos propiamente amigos y que no sea sangre de mi sangre. Pero es mucho más que eso. Frank es... ¿Cómo decirlo? Él es la razón por la que sigo aquí y realmente es importante para mí. Entonces, si tiene algo que decirme, lo que sea, puede ser frente a él ¿Esta bien?


El doctor alzó ambas cejas y parecía querer reír pero mantuvo su gesto serio. Frank por otro lado, estaba un poco atónito con mis palabras, simplemente me miraba algo ausente y luego miraba al doctor, con aquel carmín cubriendo sus mejillas y una sonrisa formándose al punto de hacerle hoyuelos.


— Está bien —replicó el doctor en un tono similar a "Eso es más de lo que yo necesitaba saber" —, entonces... actualmente estás pesando 54 kilos. Y no sé si estás en una especie de carrera para ser modelo de pasarela o algo así, pero son 20 kilos bajo el peso que deberías tener.


— ¿20 kilos menos? —lo miré sorprendido. Realmente no sentía esos 20 kilos menos y no recordaba haberlos perdido. Todo el tiempo estuve comiendo bien y durmiendo lo suficiente, era estúpido haber perdido 20 kilos en cinco o seis meses. Realmente estúpido y bastante extraño. El hombre simplemente asintió y luego miró a Frank quien estaba igual de sorprendido que yo.


— Además tu sistema inmune está apagado. Quiero decir, cualquier mínimo microorganismo, una alergia, un resfrío, cualquier cosa que te pilles puede aniquilarte. Ahora mismo estás indefenso —dijo mirándonos a ambos— ¿Qué tal tu seguro médico?


— No tengo mucho dinero ahí, pero supongo que lo suficiente —respondí pensando en esta hospitalización y quizá algo de medicamentos y algún tratamiento por pagar— ¿Por qué?


— Tendré que dejarte hospitalizado por ahora, sé que no es lo que desearías en una situación así pero... no tenemos otra opción. Tengo que hospitalizarte para activar nuevamente tu sistema inmune y hacerte ganar unos cuantos kilos. De otro modo... —el hombre se lamió los labios y nuevamente paseo su mirada por sobre nosotros dos. Frank alzó la mirada y lo encaró, luego me miró a mí e hizo un gesto como de un cachorro herido.


— ¿De otro modo? —inquirió Frank.


El hombre me miró nuevamente y era como si realmente lamentara las palabras que estaba por decir, suspire fuertemente y esperé, simplemente esperé.


— De otro modo no durarás más de dos semanas. Allá afuera, no durarás mucho... Acá en el hospital me encargaré de alargar su estadía con nosotros el mayor tiempo posible —dijo mirando nuevamente a Frank y luego llevó su vista hacia mí—, si quieres vivir... tendrás que quedarte aquí.


— ¿Hasta cuándo? —preguntó Frank, yo estaba deseando no escuchar esa pregunta.


— Hasta que llegue el momento —dijo el doctor.


Y demonios, eso fue peor que cualquier sentencia de muerte. Entonces lo único que tenía era esperar mi inminente muerte rodeado de aparatos en un hospital o... ir a casa y morir porque Skeletor me lamió, porque se quedó la ventana abierta o porque el agua estaba muy fría. Realmente estaba odiando mis opciones. Pero no tenía más. Y ver a Frank firmando los papeles de la hospitalización me hizo saber que él prefería la primera. Y para mi estaba bien. Supongo.



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