Tal vez

Tal vez podría haber sido más inteligente. Tal vez  no debería haber dicho “Sí” en la primera cita con el chico del que todos le habían advertido. Tal vez debería haber dicho “Sí” varias citas más tarde, pero de todos modos terminaron en su casa, besándose y acariciándose. Tal vez debería haber insistido un poco más con el tema de la protección. O tal vez debería haber tomado la píldora del día después como precaución adicional.


Había una incontable lista de “Y sí”, “Tal vez”, “Quizás” en esta situación. Pero nada cambiaba el final de la situación. Embarazo.


Gerard Way. Sentado en la parte trasera de la sala de clases con una gran camiseta negra y una camisa a cuadros encima, pero ya era imposible esconder su vientre. Las personas susurraban a su alrededor y los pasillos estaban llenos de rumores con respecto a su embarazo. Era molestado casi a diario y desde un punto al presente lo habían dado a conocer como la puta de la escuela, la puta preñada. Incluso Matt se unió a quienes lo maltrataban. Matt, el padre de su bebé.


Se había negado a seguir saliendo con él luego de la noticia y también se negó a admitir que él era el padre de ese niño, aun cuando sabía que él había sido el primero y el único en tener sexo con Gerard. Pero tenía una reputación que cuidar, y también una beca deportiva que mantener.


Gerard estaba seguro que su situación no podía ser peor y sólo se aferraba a la idea de que todo mejoraría eventualmente. Los de la escuela dejarían de molestarlo, los profesores dejarían de juzgarlo y quizás sus padres volverían a hablarle…  porque un día, dentro de algunos meses nacería su hijo. Tendría un bebé, un diploma de la secundaria y sólo entonces se iría. Lo ás lejos como fuese posible. Se iría con su hijo, lo cuidaría, lo amaría y estudiaría en una buena universidad para darle un buen futuro. Definitivamente lo haría, ya lo había decidido.


Pero mientras tanto tenía que soportar su presente.


La campana sonó y él tomó su mochila, la lanzó por sobre su hombro, tomó su libro desde el escritorio y se puso de pie para marcharse a casa. Con la cabeza gacha avanzó por el pasillo, con la esperanza de que pasaran de él, así podría llegar a salvo a casa. Pero ni bien la idea de un día sin contratiempos pasó por su cabeza, una mano se aferró a su hombro, guiándolo en dirección al baño. Gerard ni siquiera luchó, si lo hacía no lograría absolutamente nada… un par de golpes y más problemas quizás.


Fue empujado contra la pared con tanta fuerza que por instantes perdió el aliento y tanto su libro como su mochila terminaron en el suelo de baldosas.  Pronto otro cuerpo se pegó al suyo uno más grande y tonificado. Matt. Ni siquiera tuvo que mirarle a la cara, con solo observar sus pectorales lo supo.


Antes de poder hacer nada unos labios se pegaron a los suyos y lo único que atinó a hacer fue cerrar los ojos con fuerza, no reaccionó en lo más mínimo, sólo envió a su mente a un lugar lejos de ahí, intentando ponerse a salvo. Cualquier otro maldito lugar que no fuese el baño de la escuela. Sólo para no tener que pasar por todo eso de nuevo.


Lo estaba logrando, pero entonces la mano de su abusador se cernió sobre su entrepierna y fuertemente cerró los dedos, obligándole a lanzar un grito adolorido. Con los ojos llenos de lágrimas lazó la mirada hacia él, Matt sonrió de medio lado.


— Ah… ahí estás, mi pequeña putita —Matt ronroneó para él, llevando a sus duros dedos a acariciar su muslo, como en modo de disculpa.


Sólo que Gerard no quería una disculpa, quería que se detuviera. Aunque nuevamente no se resistió, pero tampoco hizo amago de participar en su tarea. Simplemente estaba cansado de él. Cansado de luchar contra él sólo para terminar siendo inmovilizado y trasladado de todos modos. Nunca tuvo mucha fuerza y contra un deportista como Matt… era difícil oponer algún tipo de resistencia.


Pero el cuerpo de Matt se fue presionando cada vez más contra el suyo, provocándole un agudo dolor en su vientre hinchado. En ese momento sólo podía pensar en su bebé, Matt le estaba haciendo daño a su bebé.


Intentó empujarlo cuando el mareo y las náuseas comenzaron, pero era imposible.


— M-Matt… no entiendes… no me siento bien —suplicó entre dientes, se mordió fuertemente los labios y le dedicó una mirada suplicante. Pero era en vano.


— No hay problemas, yo voy a hacer que te sientas bien —fue la respuesta de Matt mientras presionaba con más fuerza a Gerard contra la pared del baño.


Un quejido salió de sus labios cerrados y se curvó tanto como su espalda lo permitió para intentar proteger su vientre, se las arregló para llevar una mano a presionar su boca, todo su cuerpo estaba temblando y se sentía realmente mareado. Su estómago dio un vuelco y lanzó una arcada, podía sentir la bilis subir hasta su garganta, incluso cuando intentaba tragarla.


Para cuando Matt se dio cuenta de lo que decía Gerard era cierto, ya era demasiado tarde. Se apartó a tiempo para que Gerard colapsara de rodillas en un fuerte golpe, vomitando. El más grande hizo una mueca de disculpa y maldiciendo se apartó de él. Gerard logró escuchar las palabras “Puta asquerosa”, pero tal vez no había sido eso, su cabeza daba vueltas y su visión era borrosa. Pronto cualquier sonido externo fue eclipsado por los latidos de su corazón y todo comenzó a irse a negro… entonces se desmayó.


Realmente no estaba sorprendido cuando despertó en la enfermería. De alguna forma le habían quitado la camisa y camiseta llenas de vómito y ahora estaban mojadas, colgando en una esquina de la pequeña habitación, y él estaba vistiendo una camiseta que posiblemente alguien había olvidado ahí, hace milenios.


Se incorporó lentamente, haciendo una mueca ante el terrible sabor que todavía inundaba su boca.  Llevó una mano a acariciar su vientre, todavía dolía pero no era tan malo como antes… y luego de mover su mano pudo sentir las pataditas de su bebé como respuesta. Sonrió ante esto y estaba realmente concentrado en su tarea como para notar la otra presencia en la habitación.


— Hombre, ¿te sientes bien? La enfermera dijo que no despertarías hasta dentro de un par de horas.


El adolescente embarazado alzó la cabeza para mirar fijamente y sin decir nada al muchacho de cabello castaño sentado en la silla junto a la cama. Dejó a sus ojos color verde recorrerlo lentamente y se dio cuenta de que era un muchacho que había visto algunas veces, pero nunca le había hablado… por vergüenza. Tenía el cabello castaño medianamente largo en unos dreadlocks bastante desordenados, sus ojos color avellana lo miraban de forma curiosa y sus labios rosados estaban curvados en una pequeña sonrisa. Todavía sentado podía percibir que era bastante baño y que no era muy delgado. Intentó buscar en su memoria, pero realmente nunca había hablado con él… ¿Entonces por qué estaba ahí?


— Te encontré en el baño… estabas desmayado en un charco de tu propio vómito, bastante sexy, por cierto —el muchacho le guiñó un ojo y se rió por lo bajo de su propia broma.


Gerard, sin embargo, no rió. Él simplemente siguió mirándolo en silencio y luego de un largo rato lanzó la pregunta, la única cosa que se le había ocurrido decir. — ¿Quién eres tú?


— Soy Frank —él sonrió y le tendió una mano— y tú eres Gerard, ¿cierto?


Gerard vaciló antes de estirar una mano hacia Frank, asintió lentamente  y cuando lo sintió estrechar su mano con un poco de fuerza entrecerró los ojos, asustado, pero nada había pasado. Cuando recuperó su mano la llevó a descansar sobre su vientre, con esa camiseta blanca su embarazo era demasiado obvio.


— Claro, la puta a la que Matt embarazó —Frank asintió un par de veces. A pesar de su sonrisa, Gerard no pudo evitar estremecerse—. No me malinterpretes, sólo estaba repitiendo lo que todos los idiotas dicen. Yo no te culpo, no creo que alguien que cometió un error merece ser llamado una puta, y con error me refiero a enredarse con Matt, los bebés me caen bien.


— Bien… —Gerard no pudo evitar suspirar al escucharlo, sobre todo la última frase.


— Toma, tienes que hidratarte —Frank le tendió una botella de agua, Gerard la tomó al instante y desenroscó la tapa, bebió un largo sorbo y suspiró— Así que… ¿Quién te hizo esto? Me refiero a… no te desmayaste porque sí en el baño.


Gerard casi se atragantó con el agua, rápidamente se recuperó y le dedicó una mirada ceñuda a Frank. — Matt… —respondió antes de volver a beber agua, ni siquiera sabía por qué le contaba eso, ni siquiera lo conocía.


— Mmm… maldito imbécil —Frank chasqueó la lengua, con rabia—, se cree intocable sólo porque es la maldita estrella el maldito equipo de futbol. Sólo esperemos que tu hijo tenga tu cara y tu inteligencia.


— Ni siquiera me conoces como para decir eso —Gerard replicó, pero no pudo evitar sonreír levemente.


— Eso es lo de menos, realmente pareces ser una persona inteligente —respondió Frank, devolviéndole la sonrisa. Gerard notó que se formaban hoyuelos en sus mejillas y sintió un malestar en su abdomen, pero nada tenía que ver con más vómito o con el bebé, era algo más—, por cierto… ¿Cuántos meses tienes?


— Casi seis meses —respondió Gerard.


— Así que vas a ser padre… ¿Quieres salir a tomar un helado alguna vez? Cuando mi hermana estaba embarazada adoraba tomar helados —dijo Frank, mostrándole una sonrisa llena de esperanza.


Y tal vez Gerard debía decir que no esta vez. Había tenido suficientes dramas hasta entonces. Pero tal vez… tal vez si decía que no perdería la oportunidad de conocer a ese agradable tipo. Porque de todos modos él lo había ayudado cuando estaba inconsciente, y además el hecho de que estuviese embarazado no le hacía creer que era una puta y tampoco lo rechazaba. Y le gustaban los niños… así que tal vez, tal vez realmente debería aceptar esa oferta.


Con una leve sonrisa y un encogimiento de hombros, suspiró un “Tal vez”, pero eso fue suficiente para Frank. Alzó ambos brazos en un gesto de júbilo y le guiñó un ojo, nuevamente sintió ese malestar en el estómago, pero ahora pudo descifrar más o menos de qué iba todo.


Tal vez las cosas estarían mejor de lo que Gerard esperaba.

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