Secreto




            Frank sabía que era una locura. Era posiblemente la cosa más rara que le había sucedido nunca y sabía que no estaba preparado para asumir las consecuencias, pero a pesar de todo eso no estaba arrepentido. Tenía claro que con veintiséis años era demasiado joven para convertirse en padre. Recién llevaba dos años trabajando para sí mismo y hacía sólo tres meses había empezado a pagar la casa en la que ahora vivía solo. Sabía, por otro lado, que su madre no iba a darle la espalda si es que le pedía ayuda. Ella más que nadie en el mundo iba a alegrarse cuando supiera que iba a ser abuela por primera vez.


Pero dudaba que el otro padre de la criatura fuese a tomarlo bien.


Su nombre era Gerard Way y lo había conocido cuando entró a trabajar a la oficina. Gerard era hijo de uno de los gerentes, pero hacía algo así como el trabajo de su asistente. Se hablaron por primera vez cuando tuvieron que ir juntos a comprar el desayuno para sus supervisores, dos semanas después que Frank entró a trabajar. Y volvieron a hablarse casi seis meses después, en la fiesta de Navidad de la empresa en donde Gerard parecía bastante interesado en conocerlo, pero posiblemente era el alcohol en él así que Frank no le había prestado mucha atención de todos modos. Pero no podía negar que lo miraba casi a diario. Gerard era súper atractivo y más de una vez se había sorprendido a sí mismo fantaseando con sus perfectos labios. Pero era una locura... no podía liarse con alguien del trabajo.


Pero, tres meses atrás desde el presente habían vuelto a verse. Frank salía tarde del trabajo y Gerard se ofreció a llevarlo a casa porque amenazaba con llover. Frank accedió y en un silencio totalmente incómodo llegaron a casa de Frank. Pero él pensó que sería de mala educación dejarlo ir sin más, y le ofreció pasar a casa. También le ofreció un par de cervezas. Y luego, cuando perdió todas las inhibiciones le ofreció... algo más íntimo.


Esa noche Frank tuvo sexo después de muchísimo tiempo. Y se sintió tan bien que ni siquiera se preocupó de usar protección a pesar de saber su condición. Y cuando terminaron esa primera vez lo hicieron nuevamente. Y nuevamente. Hasta que cayeron exhaustos contra la almohada.


Y, como es obvio, no volvieron a hablarse durante mucho tiempo más. Pero Frank comenzó a sentirse mal, demasiado mal para ser normal. No entendía por qué todo el tiempo estaba cansado, no entendía cómo podía vomitar aun cuando no había nada en su estómago y su garganta ardía como si hubiese tomado lejía. Era todo tan estúpidamente extraño... pero un día casi se desmayó camino a casa. Y supo que estaba realmente enfermo.


Aunque cuando fue al hospital no descubrió un extraño tumor en su interior o un daño permanente al colon. Sino que algo mucho peor... había un ser vivo ahí dentro. Y estaba creciendo y alimentándose con sus nutrientes y... iba a tener que ponerle un nombre, mandarlo a la escuela, comprarle un perrito.


"Tienes cuatro semanas de embarazo" Había dicho el doctor. Aunque a Frank le sonaba más como una sentencia. Desde entonces, de todos modos, había dejado de fumar e inconscientemente evitaba a las personas que lo hacían. Se preocupaba de comer saludable e iba a los controles. Se emocionó la primera vez que vio a aquella criatura en la pantalla. Y por las noches dormía con una mano sobre su abdomen que poco a poco comenzaba a crecer.


Iba a ser padre. Y, aunque no quería aceptarlo, ya estaba terriblemente encariñado con esa criatura que lo hacía correr al inodoro durante las noches.


Pero claramente lo extraño no se detenía ahí. Sucedía también que hacía unas semanas Gerard Way lo había invitado a comer a un restaurante fino y luego, en el trabajo, lo buscaba para charlar o para comer juntos. Se había hecho frecuente que fuese a dejarlo a casa e incluso se habían besado en la boca algunas veces. Frank sabía que no iba a poder esconder su embarazo por siempre, pero lo que no sabía es cómo iba a reaccionar Gerard a eso.


— ¡Frankie!


La voz de Gerard lo trajo al mundo real. Se escuchaba tan raro desde sus labios, pero en cierto modo le gustaba. Estaba él esperándolo a un costado del vehículo y mientras Frank se dirigía a él con una pausa totalmente normal en él, le sonreía. Era una sonrisa tan estúpidamente hermosa que Frank pensó que podía derretirse ahí mismo.


— Te tardaste —le reclamó.


— Es que no recordaba dónde había puesto mi cardigan —dijo Frank mientras acomodaba la prenda a uno de sus costados. Su vientre era todavía pequeño, pero él era sumamente delgado y la diferencia era casi palpable.


— Tan despistado —rió Gerard, y luego de besarle la mejilla lo guió a su costado para luego abrirle la puerta del copiloto. Eran actos súper caballerosos y aunque no eran necesarios en lo absoluto, Frank lo disfrutaba.


Esperó hasta que Gerard se subiera al vehículo también y luego se acercó a él para besar su mejilla. Gerard giró su rostro y se besaron en la boca, y quizás Frank sabía que esto iba a durar hasta que se enterara, pero quería disfrutarlo mientras tanto.


Gerard condujo en un cómodo silencio hasta el hogar de Frank, y una vez llegaron allá detuvo el vehículo, más no se bajó a abrirle la puerta como solía hacer. Se quedó ahí y se quitó el cinturón de seguridad, se giró para encararlo y llevó una mano a jugar con los cabellos de Frank.


— Eres tan lindo —dijo Gerard. Frank quiso decirle que 'Lindo' no era una palabra apropiada para describir a un adulto. Pero decidió no hacerlo. De hecho, no tuvo tiempo, porque casi al instante Gerard agregó algo—. Y... hay algo que quiero preguntarte y entenderé si me dices que no, pero...


— Ay, no —suspiró Frank.


Gerard rió con nerviosismo.


— ¿Entonces sabes qué planeo decir? ¿Ya estás negándote?


— No es eso —murmuró Frank—. Es que yo igual... igual tengo que decir algo y... no quería hacerlo todavía, pero no puedo dejar que hagas esto.


— ¿Qué tienes que decir? ¿Me pegaste la gonorrea? No digas que me pegaste la gonorrea —su tono era de broma, pero también sonaba algo preocupado. Era extraño.


— No tengo gonorrea —dijo Frank. Y luego de relamer sus labios añadió—. Tengo algo mucho peor.


— No... —exclamó Gerard. Aunque posiblemente lo hacía para decir algo, para bajarle el perfil a la situación o algo así.


— Gerard —murmuró Frank, con voz totalmente seria y mirando directamente a los ojos verdes del contrario—. Estoy embarazado y es tuyo.


Gerard frunció sus labios en una mueca y luego todo su rostro se puso rojo y cuando Frank se sentía listo para recibir insultos o incluso un golpe, escuchó una risa totalmente infantil que poco a poco fue ganando fuerzas al interior del vehículo cerrado. Veía sus ojos lagrimear y también como aplaudía como un estúpido en compás de sus propias carcajadas. Era todavía más incómodo que las respuestas que había estado esperando. Mil veces más raro.


— No me digas, Sherlock —dijo entre risas—. Por Dios, Frank —suspiró— ¿Acaso crees que no lo noté? ¡Eres súper obvio! Además la semana pasada cuando fui a tu casa había un montón de documentos con respecto a tus controles y todos decían tu nombre y... no sabes guardar un secreto, Frank. Pero de todos modos, ¿Por qué lo estabas guardando como secreto?


— Primero que nada —murmuró Frank—, no tienes permiso a revisar mis cosas. Y segundo... bueno, pensé que no ibas a querer tener un hijo con alguien a quien casi no conoces, o algo así. ¡No lo sé!


Llevó ambas manos a cubrir su rostro, de pronto se sentía súper abrumado y no sabía realmente por qué. Sintió la cálida respiración de Gerard bastante cerca de su rostro y una de sus manos acariciando sus cabellos como si se tratara de un niño pequeño. Era tan reconfortante que no tardó en apegarse a su cuerpo y antes de darse cuenta notó que estaba llorando. Pero estaba bien, porque Gerard estaba dándole caricias en la espalda y su respiración estaba tan tranquila que claramente no estaba fingiendo aquello.


— Lamento haber querido ocultarlo —dijo sin saber bien porqué. Ni siquiera creía necesitar disculparse por querer mantener su privacidad para sí mismo.


— Está bien... —respondió Gerard, y Frank accedió— Y ahora que estás tan cooperativo quiero preguntar lo que quería preguntar hace un rato... —lo apartó levemente de sí para mirarle a la cara, Frank alzó la mirada y sabía que tenía los ojos bañados en lágrimas y posiblemente estaban rojos y su nariz también, pero no le importó demasiado—. Frankie, ¿Quieres ser mi novio? Prometo ser el mejor novio del mundo. Y prometo ser el mejor padre para nuestro bebé.


— Haces que suene tan lindo —Frank suspiró, y luego simplemente dijo que sí con la cabeza. Gerard volvió a sonreír, y ambos cerraron los ojos antes de volver a besarse en los labios.

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