Parte 4 "El hijo de la enfermera"

Segundo entrevistado cinta dos: Jason Larson.


Ocupación: Funcionario prejubilado.


Pronostico: Enfermo sexual. Tiene una fijación con las mujeres de edad avanzada. Ha pasado cinco años en prisión y diez más en un psiquiátrico. Ahora vive solo y es obligado a terapia semanal. No se le conocen comportamientos violentos.


Jonas Larson es un hombre que a penas roza los sesenta. Lleva el pelo teñido con poca gracia y recogido en una coleta, al igual que sus cejas que se dibujan torpemente sobre un rostro dorado por los rayos uva. Su cara muestra el estiramiento típico de alguien que ha querido quitarse años a destiempo y su ropaje es más el de un veinteañero que el de un hombre maduro. Aun así muestra una simpatía que no es propia de los años que le contemplan, da la sensación que hay mucho aun del niño que fue un día. Méndez lo ha acomodado en un sillón de vistas, es un enfermo que ya ha pasado por mil terapias y solo visita el psiquiátrico de vez en cuando, parece que la sociedad ya da por buena su recuperación. De pronto cambia su forma distraída y adolescente de actuar por una mal fingida impaciencia.


-¿Acabará pronto? He quedado para un partido de tenis.


- No imaginaba que pudiera salir de aquí.


- Claro que puedo hacerlo. De hecho no duermo aquí, solo me someto a tratamiento durante el día.


- Extraña terapia.


- Nada es absoluto en esta vida. Igual que hay hombres decentes y hombres que son unos completos malvados también hay personas que están muy sanas en cambio pueden padecer una apendicitis y no por ello van a ser desahuciados, también ocurre lo mismo con las enfermedades mentales. De la locura más desatada a alguna... digamos..."pequeña alteración mental" hay un buen trecho.


- ¿"Pequeña alteración mental"? ¿Así llama a usted un historial de más de quince violaciones? Y la más joven tenía setenta años...


- Ya le he dicho que nada es incuestionable. La vida me ha juzgado y ha emitido su veredicto. Usted ha escuchado una parte, debería oír el resto de testimonios.


- Me sorprende... ¿Pretende insinuar que todo es mentira? ¿O quizás que todas esas pobres ancianas hicieron esas barbaridades por su propia voluntad?


- No entiende nada...Ellas lo necesitaban...querían ser poseídas...pero no lo sabían aun...


Iba a decirle algo desagradable a aquel sádico pero Méndez ya me miraba de forma inquisitiva. Por eso aspiré fuertemente antes de decir cualquier cosa. Busqué dentro de mí la forma más profesional de actuar. Como tantas veces solo debía preguntar, nada más.


- Acláreme eso. Usted se vio en una especie de misión evangelizadora, debía poseer a esas pobres ancianas.


- Adivino su ironía, no vaya por ese camino. Y olvídese de misiones y alucinaciones místicas, no soy ningún iluminado. Simplemente les hice un regalo, nada más. Soy solo eso, un enfermo sexual, no intente indagar en mi psiquis, para eso ya está su colega.


- Un enfermo sexual muy particular. La mayoría de ellos se niegan a admitir su enfermedad.


- Por que son cobardes. Igual que niegan que voten a los republicanos cuando toda su familia se reconoce como conservadora. El hombre es un ser hipócrita en esencia. Sé lo que soy y no me arrepiento de lo que hecho. Ya no lo volvería a hacer nunca más, pero no crea que por remordimiento ni por que crea que me equivocara en su día. No lo volveré a hacer nunca más porqué ya no me atraen esas viejas, solo por eso. Ya ve como es esto.


- Hábleme de su familia.


- ¿Qué quiere saber?


- Como era su madre, de que trabaja su padre...si tenía hermanos. Nada en particular.


- Mi madre era enfermera en un hospital para tuberculosos en las afueras de la ciudad, la veía muy poco ya que siempre hacía doble turno. Mi padre...bien, de él no sé casi nada, no lo conocí nunca. Y ahora empiezo a sospechar que lo que mi madre ha contado de él era solo una gran mentira. Lo empecé a intuir cada vez que mi madre confundía una fecha un lugar, pronto aprendí a llevar un diario de todo lo que ella contaba. Mi padre era un día bombero, más tarde policía, una vez se casaron en el 57 otra en el 55...mi madre debía haber hecho como yo y apuntar toda su historia inventada en un cuaderno para no contradecirse...


- ¿Tiene hermanos Jonas?


- No, que yo sepa. Y jamás se lo reproché a mi madre. Sinceramente creo que conmigo el experimento no funcionó demasiado, hizo bien en no volver a tentar la suerte.


- ¿Eso cree? Daba la sensación que no parecía arrepentido de sus actos, es más, parecía muy orgulloso de ser quien es.


- Se confunde. Una cosa es que yo acepte mis actos y no me avergüence de ellos, otra muy distinta que crea que lo que he hecho es correcto. Mi desviación es en sí un error de la naturaleza.


- Eso que dice es en sí una contradicción.


- Es posible...Somos lo que hemos vivido. Cada experiencia nos deja una huella nueva, un nuevo miedo, una herida abierta que es posible que nunca se acabe de cerrar. Cada día trae otro, y ese día que venga será recibido de una manera distinta dependiendo de cómo haya ido el anterior, es inevitable.


- Parece que admita los principios de la psiquiatría, cada trauma trae consigo un comportamiento.


Jonas ya no escuchaba, el hecho de hablar del pasado parecía que lo transportaba a algún lugar lejano, su mirada se mostraba vacía.


- Un día me quedé solo en casa, tenía pocos años...cinco o seis calculo. Mi madre desapareció durante tres días enteros...Unos hombres se la llevaron de noche. Desde la ventana vi como la introducían en un coche del gobierno. Esos coches no llevan distintivos ni insignias pero todo el mundo sabe que son del FBI.


- ¿La detuvieron? ¿Qué hacía tu madre para que un coche del FBI se la llevara? ¿Realizaba alguna actividad delictiva?


- Mi madre simpatizaba con el comunismo...No de la manera que "ellos" pensaban, pero si lo suficiente como para resultar sospechosa. Dudo que mi madre estuviera dispuesta a colocar una bomba en el Empire State, pero si había asistido a reuniones informativas, aquellas en las que solo se divaga y se trata el "politiqueo" como si fuera una filosofía de vida. Dudo que nadie de los que allí se reunían tuvieran la mínima intención de meterse en política, pero si les gustaba hablar de sus deberes y derechos, de todas las cosas que en realidad su gobierno les ha negado tantas veces. En realidad no era la primera vez que mi madre era acosada por el FBI, muchas veces habían venido esos hombres a casa invitando a mi madre a que cambiara de aficiones.


- ¿La detuvieron en otras ocasiones?


- Nunca la detuvieron, amigo...ellos no trabajan así. ¡En este país hay libertad! ¿No lo sabe? –Que aquella pregunta iba cargada de ironía era una evidencia- Nunca lo hicieron, solo te advierten, te amenazan...


- ¿Y dice que no volvió en tres días?


- Así fue...Tres días completos, cuando llegó a casa, acompañada por el mismo coche que se la había llevado, ya no era la misma. Yo me lancé a sus brazos, imagínese era un crío, pero ella no se movió apenas si reparaba en mí. Tenía una mirada vacía, extrañamente ausente. Poco a poco y con el tiempo mi madre empezó a ser una sombra de lo que era, pero solo eso, una sombra. Jamás volví a verla sonreír, jamás volvió a ser la misma.


- ¿Recuerdas que año fue?


- ¿Y que importa eso? Dudo que mi madre volviera a prestar atención a un calendario, ni siquiera a un reloj. Solo estuvo conmigo dos años. Justo a los veinticuatro meses de aquel hecho se quitó la vida. Me dejó el mes de agosto del 1964.


- Por tanto...ese...digamos secuestro, tuvo lugar en el 62.


- ¡Muy bien! ¡Sabe contar amigo! Desde entonces he odiado la política, esa mierda acabó con mi madre, estoy seguro. ¿Se da cuenta? No se que le hicieron, pero al volver casi no me reconocía. Había estado tres días solo...


Méndez solía callar y observar, únicamente intervenía cuando la conversación se desviaba o el paciente se salía del guión. Y parecía que había llegado ese momento, Jonas había pasado algo por alto.


- Si realmente quieres avanzar en tu tratamiento deberías asumir toda tu historia. Te has prestado voluntariamente a esta entrevista, por tanto no dejes que este periodista piense que lo estamos engañando. ¿Qué pasó durante esos días que estuviste solo?


Jonas miro a su psiquiatra como si le hubiera dado un puntapié en la boca del estómago, era aquel tipo de mirada que dice:


"!Demonios, por que lo tuviste que decir! ¡Tenias que hacerlo! ¡Ahora tendré que contarle a este tipo lo que pasó, otra vez!"


Cuando ya pensaba que la situación iba a ponerse fea, Jonas cambió de expresión, adoptó de nuevo aquel rictus a medio camino de una sonrisa y un gesto de simpatía fingida.


- Supongo que soy un caso de libro... ¿no es así Méndez? Un caso paradigmático y ejemplar...He hecho todo lo que he hecho en mi vida, lo de las ancianas me refiero..., porque algo aquí dentro –dice señalándose la sien- se ha estropeado...alguna de esas malditas neuronas ha decidido que en respuesta a todos mis traumas debía aplicar la ley del talión...ojo por ojo y diente por diente... ¿Quiere saber que pasó periodista? –Solo me atreví a asentir con la cabeza- ¿Qué pude hacer un niño como yo, solo en una casa? Sobrevivir supongo...aguanté durante un día alimentándome de galletas...


- ¿Por qué no salió para llamar a alguien?


- Estaba seguro de que mi madre ya no volvería...y recuérdelo no tenía padre...solo, me quedaba resistir con la esperanza puesta en que mi madre volviera. Si las autoridades hubieran sabido que estaba solo hubiera acabado en un orfanato...


Al día siguiente unos hombres entraron en casa...No se parecían en nada a esos que se llevaron a mi madre. Los conocía de vista, cada día pasaban por delante de mi casa mientras yo jugaba en la puerta. A veces incluso me saludaban y en ocasiones me habían dado algún dulce. Cuando eso pasaba mi madre, alarmada, salía corriendo al porche y me hacía entrar, entonces esos hombres se iban sin decir nada. Llevaban ropa de trabajo, imagino que eran obreros de la fabrica que hay al final de la calle...En esa fábrica hacen llantas para coches, ¿Lo puede creer? Esas llantas son para exportar al extranjero, cuando todo el mundo sabe que los coches fabricados en el país necesitan esas llantas.


He leído en el periódico que la venta de coches...-Jonas desviaba descaradamente el tema y Méndez solo tuvo que mirarlo una vez, aquella mirada podía ser más efectiva que una bronca hecha a viva voz- Bien...se puede imaginar...esos hombres entraron en casa y cuidaron de mí...a su manera claro...Me tuvieron atado durante toda una noche...yo no sabía nada...no sabía que estaban haciendo...


- Basta Jonas –dijo Méndez viendo que aquel hombre estaba a punto de derrumbarse- es suficiente, sigue contando tu historia.


- Después de morir mi madre acabé librándome del orfanato, una tía abuela acabó ocupándose de mí.


- De hecho esa fue tu primera victima –apuntó Méndez sin levantar la mirada de sus apuntes- recuerda que debes explicárselo todo...


- ¿Si fue así que importa? Yo no he pedido cuentas a nadie, ¡no cuando aquellos cabrones me convirtieron en un despojo humano! ¿Sabe periodista? Pase los dos meses siguientes en un hospital alimentándose de agua con azúcar y papillas, era incapaz de tragar nada...me dejaron la boca destrozada, mis dientes de leche acabaron esparcidos por el suelo de aquel sótano. ¿Quiere más detalles morbosos? ¡El doctor dice que debo contárselo todo...! ¡Tuvieron que reconstruirme el culo! ¡Estuve defecando durante meses en una bolsa! Y yo no he pedido una explicación...a nadie...Ni siquiera a ese hijo de puta de Corelli...


- ¿Quién era Corelli?


- Corelli era el mal nacido que le metió a mi madre todas esas ideas en la cabeza.


De nuevo volvía a intervenir Méndez.


- Hemos trabajado mucho para colocar cada cosa en su lugar Jonas, parte importante de la terapia tiene a su madre como protagonista. Lo hemos hablado en infinidad de ocasiones, debe tener una visión real de las cosas, esa costumbre de atribuir a cada elemento de su vida una maldad fruto de su invención solo le perjudica.


- ¿Quiere decir con eso que mi madre no me abandonó? ¿Que gracias a ella no tuve que soportar torturas durante horas?


- Confunde las cosas. Es perfectamente comprensible que busque un culpable, pero que su madre tuviera una actividad comunista era solo un argumento del gobierno, no tiene pruebas de ello.


Por primera vez y sorprendido asistía a una supuesta disidencia por parte de Méndez. Por primera vez vislumbraba un atisbo de critica o una duda razonable sobre algo que todos habíamos aceptado en aquella conversación, la madre de Jonas era comunista. Aun así y rompiendo todos mis esquemas Méndez parecía no aceptarlo.


- Dudo que con seis años fuera capaz de saber si su madre era un elemento subversivo, recuerde que solo conoce lo que la policía le contó, quizá parte de una historia ficticia hecha para que no se sintiera culpable odiándola.


Ante esa explicación no pude evitar hacer el comentario.


- ¡Vaya! El doctor se mete ahora a abogado...No lo veía yo como un defensor de causas.


- Y no lo soy –dijo en su defensa- pero conozco la historia de este paciente en profundidad, no le conviene recordar a nadie como alguien que no era.


- ¿Y tiene pruebas de que no fuera comunista?


- No las tengo, pero se que en la de cada de los sesenta era una etiqueta común que se colgaba en todos los elementos en discordia, cualquier ciudadano que no estaba de acuerdo con la política del gobierno o que simplemente atentaba contra sus intereses era un comunista en potencia. Además para que usted lo vea reflejado en su entrevista aun debe oír otra parte de la historia. ¿No es así Jonas? Háblale al Señor Walls de Corelli.


- Ya lo he dicho, Corelli era un comunista.


- Si, un comunista que curiosamente trabajaba en el gobierno...


- Muchos comunistas en aquella época eran solo reclamos para atraer a otros que en realidad si tenían ideas subversivas.


- Ese Corelli tenía un restaurante en New York, el Stork Club. Mi madre me dijo que lo conocía del instituto o algo así. Yo había ido un par de veces y he de reconocer que me encantaba ir por ahí, ponían unas copas de helado gigantes y de vez en cuando, y si tenías suerte podías ver a algún artista o cantante. Tenían costumbre de asistir los sábados por la noche. Por la amistad que tuvo con el le dio un trabajo de lavaplatos a mi madre. El sueldo de enfermera no daba para mucho y entonces se veía obligada a trabajar los turnos en los que libraba. Muchos días me llevaba con ella. ¿Conocían A Edgard Hoover? Iba mucho por ahí.


- Jonas...el Store Club era un local nocturno, no un restaurante y dudo que sirvieran copas de helado...a estas alturas ya no vas a escandalizar a nuestro invitado


Jonas se sintió por primera vez avergonzado, como un crío que se ha pillado en una mentira.


- Tal vez si...me falla la memoria...o quizá es que me avergüenza que mi madre hiciera eso conmigo...dejarme en un almacén durante horas...hasta que ella acababa su trabajo. Pero yo nunca estuve dispuesto a quedarme allí. Ella no lo sabía pero yo salía de mi encierro, ¿como iba a aguantar allí si no era así?


- ¿Y entonces que hacías? – pregunté ante la evidencia.


- Lo que suele hacer cualquier crío. Curiosear por los pasillos, fisgonear, nada concreto. Con frecuencia, y cuando no estaba mi madre, entraba en la cocina y me llevaba algún bollo.


- Dices...con frecuencia entrabas en la cocina. Se suponía que tu madre trabajaba de lavaplatos, era lógico pensar que siempre se encontrar en esa parte del local.


Jonas se quedó pensativo, parecía que en años hubiera pasado por alto ese detalle.


- No lo tuve nunca en cuenta...supongo que si. Si trabajaba en la cocina debía estar siempre ocupada. Pero con el tiempo llegué a saber sus horarios, podía adivinar cuando no se encontraba allí.


- ¿Quieres decir que había unos horarios concretos? – dije presa ya de la curiosidad.


- Estaba alrededor de una hora en la cocina, luego se iba y no volvía hasta la hora de recoger, cuando llegaban los empleados del siguiente turno.


- Eso suena como una tapadera. ¿Has pensado que tu madre quizá usaba ese trabajo como una fachada? Tendría su lógica pensarlo ya que dices que era simpatizante de los comunistas...Quizá estaba trabajando también para el gobierno, como fruto de un chantaje por sus actividades subversivas.


- Si es así no me importa demasiado. Alguna vez la había visto hablar con ese que trabajaba para Hoover, un tal Clyde Tolson. Pero nunca supe de que hablaban.


- ¿Ocurrió eso más de una vez?


- Varias veces, pero siempre pensé que aquel hombre era un director del local o algo así, solo años después lo reconocí en la foto de un periódico, pero ya le digo...francamente nunca me quitó el sueño. Si era verdad que mi madre tenía algo que ver con el FBI me importaba poco. Y si en lugar de lavar platos iba por los hoteles matando disidentes, narcotraficantes y espías rusos tampoco me importaba.


- Eso suena como si supieras algo...


- Algo debo saber, no soy entupido...pero si no he metido las narices en todo esto no voy a hacerlo ahora. Esa parte de mi vida ya está enterrada, como muchas otras. Además se supone que debíamos hablar de mí y de mis experiencias como enfermo... ¿No es así Méndez?


Méndez no pudo más que asentir. Debía reconducir aquella entrevista que mi afán periodístico había llevado casi a un interrogatorio.


- Es así. No conduce a nada saber que fue de su madre. Siga contándonos que hace durante el día, no hemos tocado aun el tema de sus aficiones. ¿Lee? ¿Escribe algún diario?


Pero yo no estaba dispuesto, ya se había abierto la caja de Pandora, algo se escondía en las visitas de aquel niño en un local tan lujoso. Algo que mi libro debía explicar.


- Si no es necesario no hablaremos más de su madre. A mi tampoco me importa que le mintiera y que fuera una espía al servicio del gobierno –mentí sin demasiado énfasis- pero creo importante saber que pasaba cuando había de estar tantas horas en soledad, eso puede marcar la vida de alguien, ¿No es correcto Méndez?


El psiquiatra asentía de nuevo, quizá para él aquel era un asunto turbio que no debíamos remover. Pero esos meses quizá marcaran el carácter de Jonas. Este enseguida vio que alguien quería correr los visillos y lejos de zanjar el tema decidió hablar sin tapujos.


- ¿Qué parte quieren saber? Me parece que ya están atando cabos de nuevo....Haber...un enfermo sexual como yo...violado en su casa...viviendo en un local donde se practicaba todo tipo de vicios...!Bingo! Su madre lo prostituía...O quien sabe que cosas peores. La verdad es que no ayudaba mucho lo que veía, no son cosas que un crío deba presenciar, pero era mi vida, lo fue durante esos dos años que mi madre estuvo allí. Pronto hice mis amistades, con empleados del local y camareros que consentían mis idas y venidas, por eso le digo que he visto a todo el mundo allí. Desde los políticos hasta los que salen en las películas, a todos... Pero dudo que nada de eso me hiciera daño, no más que lo que me pasó en mi casa aquella mañana...


- Realmente no es el mejor ambiente para educarte. ¿Y dices que aun así hiciste amistades? –pregunté esperando saber más.


- Un día ese que trabajaba para Hoover me sorprendió espiando a mi madre, esta estaba poniéndose un vestido muy ceñido, también se maquillaba escondida en el guardarropía. Lejos de regañarme me guiñó el ojo e hizo como si no me viera, parecía un buen hombre. ¿Saben que tenía algo con su jefe? Era un secreto a voces, si se iban juntos de vacaciones...Pero jamás me importó lo que hiciera en su vida privada, a mi no me puso nunca la mano encima...


Méndez quería apostillar el comentario.


- Ni tenía por que hacerlo, no debes confundir un homosexual con un enfermo, sabes que hemos hablado ya de eso y es parte de la terapia. Los hombres que te atacaron eran enfermos sexuales, nada más. Además nunca se ha demostrado que Tolson fuera amante de Hoover, eso solo queda para los libros de misterio y las revistas del corazón.


- Ya le he dicho que no me importa lo que hiciera. –Jason no quería escuchar los argumentos de Méndez, parecía tener su propia versión- Si no me van a preguntar más cosas les he dicho que me espera un partido de tenis, quizá si me lo dicen con tiempo podamos volver a tener otra entrevista. –dijo levantándose del sillón


- ¿Te gusta explicar tu vida? ¿Te sientes bien haciéndolo? –Méndez aprovechaba cada pregunta para hacer terapia.


- Por lo menos no me parece traumático que ya es mucho. Me parece curioso explicar lo que hecho con esas ancianas sin que muden la expresión de su rostro. Les admiro, no han pestañeado ante mi narración...parece que no les sorprendo, aunque espero conseguirlo un día...

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