Parte 3 "Harry el loco"

- ¿Harry me oye?


El sonido de la grabadora se mezclaba con el ruido de los pasos, el deambular de las enfermeras y el rumor extraño que invade las habitaciones de hospital, crepitar de papel, el silbido fantasmal de una sabana, el tintineo tétrico del carro de las medicinas. La grabadora solo reproducía los ruidos ambientales y por supuesto la voz de mi entrevistado. Pero al pegar mi oído a aquel aparato podía haber jurado que aquella escena podía invadir mi mente con el mismo realismo de una película en 3D. Por un momento me sentí absurdo, yo mismo había realizado la grabación y dudaba seriamente que lo que me dijo aquel hombre pudiera aportarme alguna novedad, aun así seguí escuchando.


De repente el sonido ambiental pareció remitir, yo experto como era en grabaciones sabía que eso solo era un fenómeno perfectamente explicable, cualquier sonido que se produzca frente al micrófono dejará al resto de sonidos en segundo termino, aun conociendo esa explicación perfectamente lógica la voz de Harry sonó como un mensaje de otro mundo.


- Malditos bastardos... ¿Qué queréis ahora de mí?


La voz de Méndez ocupó el final de la frase antes de que el paciente se violentase ante mi presencia, aun así recuerdo que no temí por mi integridad en ningún momento, ante mí solo había un octogenario que apenas si podía moverse y en caso de haberlo intentado unas correas lo sujetaban de brazos y piernas. El viejo suspiró y girando la cabeza lentamente se dirigió a mí.


- Usted es nuevo colega. Hágame caso lárguese de aquí enseguida, puedo ver que no lleva bata. Aquí solo hay dos clases de hombres, los locos y los que llevan bata.


- Puedo irme si lo desea, es una entrevista voluntaria. –pronuncié con prudencia intentando ganarme su confianza.


- No es necesario que se vaya amigo, siempre y cuando no intente sorberme el cerebro como esos medicuchos.


- No es ese mi trabajo, solo estoy aquí para escuchar. –Viendo su reacción positiva, intenté ganarme algún punto con el paciente y pronuncié una frase que puso a Méndez en alerta- ¿No podrían soltarle las correas?, se me hace difícil entrevistar a alguien que no puede moverse.


Al contrario de lo que yo pensaba Méndez no movió un solo músculo de su agriado rostro, más al contrario me ignoró, aunque Harry resolvió la incógnita.


- No se confunda amigo, yo mismo he pedido que me aten a esta camilla –El psiquiatra asintió con la cabeza- Soy un hombre peligroso. ¿No lo sabía? Si no estuviera atado a esta camilla podría rebanarle el cuello en segundos...Si, lo sé, solo soy un viejo, pero para hacer eso no hace falta fuerza, ni habilidad. Nadie espera que alguien intente atacarle, ¿no ha pensado nunca en esa posibilidad? Es tan simple como eso...el factor sorpresa. Tengo un montón de herramientas potencialmente mortales a mi alrededor. ¿No lo ve? Podría coger una silla y de un golpe seco introducirle la pata por la boca, un solo golpe y se acabó...O podría romper esa ventana y córtale la yugular...quizá simplemente podría hacerlo con mis manos. Se lo recuerdo otra vez, soy un anciano pero podría emplear todas mis fuerzas, quizás las ultimas para quitarle la vida.


Si aquel hombre quería impresionarme lo estaba consiguiendo, aun así intenté mantener la serenidad.


- Me parece que se está tirando un farol. En su expediente no dice que haya atacado a nadie en toda su vida.


- No que ellos sepan...Quien les garantiza a esos mata-sanos que no lo he hecho alguna vez, quizá en más de una ocasión. Podría ser un asesino en serie y tener mi jardín infestado de cadáveres.


- Si usted dice que eso es cierto tendré que creerlo –no pretendía llevarle la contraria, no era ese mi propósito- ya le he dicho que solo estoy aquí para escuchar. ¿Así que dice que usted es un asesino...?


- Lo soy, puede estar seguro. Y aun suponiendo que no fuera sí, aun en el caso hipotético que nunca hubiera hecho daño a nadie, ¿quien le asegura que no podía empezar ahora mismo? Siempre hay una primera vez para todo.


- ¿Por qué está aquí Harry?


Aquel paciente torció el rostro. Como un niño que cuenta una fantasía y no es creído por sus padres. En realidad eso me recordó, un niño solo y desvalido, sin poder evitarlo sentí lastima y Harry pareció detectarlo. Su mirada se volvió aun más gris, casi parecía que sus ojos se humedecían.


- Por miedo supongo...Estoy aquí por miedo.


Méndez que hasta el momento no quería intervenir me aclaró su historial.


- Sufre manía persecutoria. Fue trasladado hasta aquí desde su residencia donde vivía en régimen abierto. Subió un par de veces a la terraza de un cuarto piso, decía que le querían matar. ¿No es así Harry? –dijo dirigiéndose al paciente.


- ¿Como sabes que no digo la verdad? ¿Te parece tan extraño que alguien quiera matarme? ¡Yo sé muchas cosas amigo! ¿Aun no sabes quien soy verdad? ¡Yo trabajé con los más grandes! He visto mucha mierda... ¿No entendéis que no dejaran que hable?


- ¿A quien se refiere Harry? –Dije presa ya de una insana curiosidad.- ¿Quién piensa que le quiere hacer daño?


- ¿Sabes como empecé a coquetear con las camisas de fuerza? Aunque no lo creas un psiquiátrico es más seguro que la cárcel. Allí dentro tienes los días contados, es más seguro que alguien te haga "una corbata" en las duchas que cualquier otra cosa.


- ¿Quiere decir que tiene antecedentes?


De nuevo Méndez se adelantó a su respuesta.


- Poca cosa. Contrabando de tabaco y poca cosa más. Ha estado metido muchas veces en líos, pero eso pertenece a un pasado glorioso. Hasta un delincuente acaba por jubilarse. ¿Verdad Harry?


- ¿Puede dejar de hablarme como a un retrasado? No sabes quien soy...Yo he estado con los grandes, con los mejores...Sabes quien es Sam Giamcana? Yo era su ayudante! ¡Que! ¡Que me dices ahora! –Harry se sintió decepcionado viendo como yo no ponía cara de sorpresa- ¡Eres periodista! ¡Coge uno de esos ordenadores de mierda y busca eses nombre! –me deletreó aquel apellido como si yo fuera analfabeto y alargando la ultima vocal como si en realidad no le hubiera oído bien. S A M G I A M C A N A


- Se quien es ese tipo, Harry. Su historia sale incluso en los libros de primaria. Fue uno de los autores de la masacre de san Valentín, un mafioso reconocido. En este país se recuerda más a esa gente que a personajes como Gandhi. Detrás de él se mueven un buen número de leyendas, se dice que incluso estuvo detrás del asesinato de Kennedy.


- Amigo periodista...te quedas con la anécdota. Ese tipo puso un cuchillo en el cuello de su padre con tan solo quince años. Le dijo: "No olvides que te perdoné la vida...ahora vas a hacer lo que a mi me venga en gana..." ¡Eso si que era un tío!


Se iluminaba la mirada de Harry hablando de ese dechado de virtudes, aunque lo tuviera en un pedestal no pude evitar deshacer aquel héroe de barrio. Por un momento ocupé el lugar de Méndez y busqué una explicación a esa anécdota tan poco edificante,


- Venía de una familia inmigrante italiana. Su padre lo echó de casa, seguramente después de aguantar un buen numero de ocasiones que la policía local lo trajera por hurtos menores. O quizá fue el mismo que se largó después de aguantar un sinfín de palizas.


- No sabes de que hablas periodista. Antes de la mayoría de edad se paseaba por toda la ciudad de Chicago con un revolver en cada bolsillo. Con solo quince años ya convenció a Joe Expósito para que lo aceptara en la banda de "La mano negra". Pero eso solo fue solo el principio...Su época dorada llegó cuando conoció a Al Capone...


De aquella historia aun se podían extraer más conexiones conspiranoicas. Había estudiado esa historia en la universidad aunque no quise incidir más en el tema ya que no era ese mi propósito. Debía escuchar y en ningún caso incentivar al entrevistado para que me diera un argumento. Joe Expósito había colaborado con el padre de JFK en un asunto turbio, una banda violenta de Detroit, había amenazado a su familia y Joe Kennedy no tubo escrúpulos en emplear la mafia para proteger su estatus. Cabe decir que los Kennedy en aquel momento se dedicaban al contrabando de licor. En la década de los cuarenta la mafia y el gobierno se entremezclaban sin poder separar una cosa de otra.


Con la llegada de Fidel Castro al poder todos los negocios que Gymkhana había iniciado en Sudamérica se vieron comprometidos. Quizá pensando en eso la CIA le ofreció intentar acabar con el revolucionario instruyendo a todos los anti-castristas que llegaran a él. Jamás llegó a saber del éxito del proyecto, el padre de JFK volvió a pedir su ayuda. Sam Gymkhana creyendo que tendría un lugar de poder al lado del presidente movió hilos y puso millones de dólares para conseguir que Kennedy llegara al poder. Años más tarde su hermano Bob quiso olvidar el favor prestado e inició una campaña de persecución a la mafia del país...el final de la historia es conocido por todos. Son muchos que atribuyeron la muerte de los hermanos Kennedy a la mafia. Sam Gymkhana fue un personaje influyente, tanto como cualquier presidente, por lo cual dudaba que aquel Harry el loco" pudiera haber estado nunca cerca de tal magnate del crimen.


- ¿Y dice que usted trabajo con la mafia?


- ¿He dicho yo eso? No me ha oído pronunciar esa frase, no me confunda...He dicho que trabajé para Sam Gymkhana, solo eso. Yo nunca estuve con esas bandas, quien lo hace acaba muerto, en la cárcel o...en el gobierno.


- ¿Es por eso que ahora tiene miedo? No debía tenerlo, han pasado muchos años, quizá el mismo Gymkhana ya deba estar muerto. De hecho creo que ya ninguno de esos mafiosos pueda estar con vida.


- Aun así se demasiadas cosas, hay asuntos que uno debe olvidar. Yo lo hago cada día, cada noche que cierro los ojos rezo todo lo que sé, pero ellos vuelven una y otra vez para despertarme...Un día tendré que rendir cuentas ante el altísimo y entonces no tendré ningún miedo. Pero de ellos si...de ellos si tengo miedo.


- ¿De que tiene miedo Harry?


- De la verdad...solo de eso. Y mi verdad es que en un tiempo ayude a esa gente a hacer cosas horribles...y un día vendrán a cerrarme la boca...lo sé...a veces los oigo...me susurran al oído...


- No debe temer nada Gymkhana murió en el 1975, dudo que le pueda hacer daño.


Una carcajada áspera salió de la boca de Harry, miles de partículas de saliva salieron en todas direcciones cruzando el foco como una lluvia microscópica.


- Se como murió...yo mismo me encargué de ese trabajo.


- ¿Dice que usted mató a Sam Gymkhana? –pronuncié aquella frase con poco convencimiento, como si le hubiera preguntado que si el era Abraham Lincoln o realmente creía que era el propio Jesucristo- ¿Usted lo mató?


- Aquel hijo de puta estaba friendo salchichas y unos grasientos trozos de beicon. ¡Odio el beicon y las salchichas!


- ¿Y por eso lo mató?


- Quizá si...nunca lo he tenido claro...No recuerdo mucho de todo aquello. Solo sé que cuando quise darme cuenta ya le había disparado...Lo hice por la espalda...lo se...como tantas veces había visto hacerlo por el y los de su banda. Un tiro en la nuca. Pensaba que ese jodido hijo de puta iba a caer encima de la barbacoa. Tendría que haber sacado su cara de cerdo de la parrilla. Una cosa era matarlo y otra regalar a su familia un rostro desfigurado...eso no se hace...Pero el muy cabrón cayó de espaldas...aun respiraba y tuve que disparar cinco veces más... ¿o fueron seis?...no recuerdo...


- No me ha dicho por que lo hizo.


- Por dinero claro, solo era un encargo.


- ¿De quien?


- ¿Y eso que importa? Ahora lárguense...tengo sueño.


La cinta volvía a reproducir ruidos de hospital, luego solo la voz del psiquiatra que me indicaba que la entrevista había acabado. El paciente había sido sedado para no crear problemas y ahora era incapaz de articular palabra. Después de eso reconocí mi propia voz:


- Primer entrevistado cinta uno: Harry el loco, apodo conocido.


Ocupación: Delincuente fichado.


Pronostico: Demencia senil y manía persecutoria, fantasea con que ha conocido a mafiosos de renombre. Se emplaza para posteriores entrevistas.


Aquello no me había a portado nada, nada relevante al menos. Mientras lo pensaba mi mano rebuscaba de nuevo en la caja una nueva cinta. No sabía así todas las entrevistas seguían algún orden o si los datos que debían aportarme lo hacían. Aun así decidí que debía escuchar la cinta numero dos...

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