Capítulo 5

El parque estaba completamente vacío cuando llegó. Se sentó en un banco, intentando mantenerse tranquila, pero decidida a tener aquella conversación cuanto antes.

El cielo estaba nublado. Aunque, desde que su tío había comenzado a hacerse con el poder, a Eira todos los días le parecían más oscuros de lo habitual.

No habían pasado más de cinco minutos cuando alguien se apareció, a escasos cinco metros de donde ella se encontraba. No tardó en verla, y se acercó a ella para sentarse después a su lado.

Luke Montague vestía con túnica a pesar de encontrarse en un parque muggle, y de estar exponiéndose a que personas ajenas al mundo mágico lo viesen. Su manera de ser y de vestir había cambiado desde sus inicios como mortífago, aunque no por ello Eira dejaba de quererlo.

—¿Va todo bien? —preguntó, intentando en vano disimular su nerviosismo—. No esperaba tu carta.

—Sí, todo va bien —aclaró ella.

En los tiempos que corrían, nadie se sentía completamente a salvo. La tensión era palpable en el ambiente. A todos los magos les preocupaba recibir la noticia de que algún ser querido había muerto... o había sido asesinado.

—Es un alivio oir eso —admitió él—. No puedo evitar sentir algo de miedo en esta guerra.

Eira colocó una mano sobre la de él, tratando de transmitirle fuerza.

La mayor parte de amigos de Luke apoyaba al Señor Tenebroso, pero también había unos pocos que no lo hacían. Y, a pesar de haber pertenecido a Slytherin, también había tenido buena relación con algunos alumnos de otras casas, de los cuales apenas tenía noticias.

—Todos tenemos miedo, pero por el momento estamos bien —dijo ella—. Solamente... hay algo que tengo que contarte. Pero no quiero que se lo cuentes a nadie.

—No se lo contaré a nadie.

—Bueno... Voldemort no es simplemente un amigo de mi madre. Es... es su hermano mellizo.

Luke negó con la cabeza, incrédulo.

—¿Cómo...? Entonces... eres descendiente de Slytherin. Y... ahora comprendo todo. Tiene sentido que no te haga ningún daño, y que Jonathan sea su mano derecha.

Eira asintió, y esperó pacientemente a que Luke asimilase la verdad y lo que ello conllevaba. El chico permaneció unos segundos en silencio, mirando a Eira mientras intentaba creer y pensar en lo que había escuchado.

—Y... mellizo... tiene sentido que hubiese una conexión tan fuerte. Es... familia.

—Sí —confirmó ella—. Y, para nosotros, la familia tiene una gran importancia. Mi tío no es ninguna excepción. Es por eso que, a pesar de mis ideas, sería incapaz de hacerle daño, a él o a cualquier otro miembro de mi familia.

—Tu tío, el Señor Tenebroso, me ha tratado mejor que a otros mortífagos.

—Supongo que comienza a aceptar que eres parte de la familia.

Todo aquello continuaba siendo, sin embargo, sumamente confuso para Luke. Sabía que su novia tenía relación con el Señor Tenebroso, y que sus familias eran cercanas, pero aquello lo cambiaba todo por completo.

—¿Y quiere que hagas algo para él?

—Orión y yo iremos al colegio —explicó ella—. No nos dejan otra opción.

—Vaya... aunque, ahora que lo pienso, el Señor Tenebroso ha mencionado que es posible que yo haga alguna visita a Hogwarts. Pensé que solamente sería para controlar la situación allí, o algo similar. Pero es posible que sea por ti.

—Sería estupendo que estuvieses, Luke. Apenas podemos vernos últimamente...

Sin embargo, Eira sospechaba que, si su tío enviaba a Luke al colegio, sería para controlarla. Tom Riddle no confiaba en que su sobrina se mantuviese tranquila y sin causar problemas, a pesar de no poder salir de Hogwarts durante el curso. Y, dado que no acostumbraba a dejar cabos sueltos, utilizaría a Luke para que fuese él quien se encargase de su novia. Pero optó por no decir nada de aquello en voz alta.

—Sí, supongo que sí.

—¿Ocurre algo? —preguntó ella.

—Ocurre que ahora tiene más importancia que nunca el hecho de que estemos en bandos opuestos. Si ocurriese cualquier cosa, no me gustaría luchar contra ti...

—Y no lo harás —lo tranquilizó ella, riendo suavemente—. En caso de que haya una batalla, es probable que sea mi hermano quien luche contra mí. O mi primo. O incluso mi tío... pero no se arriesgarían a que nadie más lo hiciese; temerían que algo fuese mal y... ya sabes.

Ninguno de sus familiares permitiría que le hiciesen daño. Y tampoco ella permitiría que hiciesen daño a su familia, hicieran lo que hicieran. No quería que su tío continuase haciendo el mal, pero tampoco quería verlo muerto. Eso nunca.

—Yo tampoco te haría nunca daño —le dijo Luke, un tanto dolido.

—Lo sé, lo sé... pero ellos no confiarán en ello por completo, aunque solamente sea por el mero hecho de no ser parte de la familia. Y no se arriesgarán nunca con un asunto tan importante.

El mago asintió, sin darle más vueltas a aquel asunto.

—Es muy posible que vaya a La Madriguera, la casa de los Weasley —comentó entonces Eira, para cambiar de tema—. Bill Weasley y Fleur Delacour van a casarse, ¿sabes?

El hecho de que se casasen le había hecho pensar mucho en su relación con Luke. Eran demasiado jóvenes aún, pero le preocupaba cómo afectaría la guerra a su relación. Le preocupaba, especialmente, que algo saliese mal en alguna batalla o misión, y él perdiese la vida antes de haber vivido todo lo que tenían que vivir juntos.

—No es la primera pareja que ha decidido casarse —murmuró él—. Pero no ocurrirá nada. Todo irá bien para nosotros.

En aquellos momentos, Eira no sabía qué bando vencería. Tenía la esperanza de que fuese el de la Orden pero, si así era, los mortífagos terminarían muertos o en Azkaban, entre ellos Jonathan y Luke.

Por otro lado, si su tío vencía... ¿qué ocurriría con el mundo mágico? ¿Y con sus amigos? Sospechaba que la mayor parte terminarían siendo asesinados, en lugar de ser llevados a Azkaban.

—¿Por qué vas vestido con la túnica? —preguntó entonces Eira—. Se supone que deberías llevar ropa muggle...

—¿Por qué iba a llevarla? ¿Para continuar manteniendo nuestra existencia en secreto? Creo, al igual que tu tío, que el secreto debería ser revelado. Que no deberíamos continuar escondiéndonos.

—Pero... se desataría el caos.

—Puede que, por un tiempo, sí. Pero no deberíamos tener que esconder lo que somos, como si de algo malo se tratase. Los niños deberían poder dejar fluir su magia con mayor libertad, y practicar aun siendo menores de edad. Y utilizar sus juguetes mágicos en la calle...

Eira lo pensó durante unos instantes. Ella apenas se había relacionado con muggles durante su infancia y, dado que su mansión estaba alejada del centro del pueblo, apenas había tenido que esconderse. Había tenido la libertad de ver magia en todo momento, sin preocuparse por quién pudiese verlo.

Pero, como todos los demás magos, también ella se había ocultado cuando visitaba pueblos o ciudades muggles, y nunca se había sentido cómoda con ello.

¿Realmente sería tan malo revelar lo que eran? ¿Era malo ser magos, acaso?

—Pero...

—Piénsalo, Eira. Algunas de las ideas de tu tío no son tan malas como tú crees. Solamente deberías reflexionar acerca de ello. ¿O vas a decirme que tú comprendes que debamos ocultar lo que somos?

—Yo... bueno... siempre han dicho que provocaría el caos, y que los muggles no sabrían cómo llevarlo, y...

—Ese sería un problema suyo —decidió Luke, a quien aquellos argumentos no lograban convencer. Sé que, al menos en ese tema, nos apoyas, Eira.

La bruja suspiró. Era cierto que no estaba de acuerdo con la mayoría de las ideas de su tío, pero en aquella coincidía. Tampoco ella deseaba ocultarse por más tiempo. Deseaba poder vivir libre, sin preocuparse por si alguien descubría que podía hacer magia. Y pudiendo vestir como desease.

—Sí —aceptó finalmente, a regañadientes.

Luke esbozó una sonrisa antes de besarla.

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