Capítulo 3

Los cuatro permanecían en el salón de la mansión de los Sayre, sentados. Los dos hermanos evitaban mirarse entre ellos, y menos aún dirigirse la palabra. Lo ocurrido aquella noche no le había gustado a ninguno de los dos, y sentían rabia.

—Eira no debería haber estado allí —rompió al fin el silencio Jonathan.

—¿Ah, no? —saltó Eira—. ¿Y se puede saber por qué? Soy mayor de edad, al igual que tú. Tengo derecho a tomar mis propias decisiones, defender mis ideas e intentar salvar la vida de mis amigos.

Melody no intervino, ni tampoco lo hizo Thomas. Sus dos hijos tenían ideas muy diferentes, pero era algo que debían resolver ellos solos. Sabían que lo acabarían haciendo, porque para todos ellos, la familia era lo más importante. Y, si Voldemort podía aceptar a Eira con sus ideas, sin duda Jonathan también sería capaz de hacerlo.

—Puede ser que, por tu culpa, nuestro tío no haya logrado su objetivo. Y podría haber sido peor. Podrían haberte matado.

—¡Y a ti también! ¡Tú también estabas allí!

—¡Eres una cría, Eira! Aún no has terminado el colegio. ¿Has estado en algún duelo a muerte, acaso? ¡No es...!

Un golpe en la puerta los interrumpió. Melody se levantó de inmediato del sofá y fue hacia la puerta para abrir, esperando que se tratase de su hermano o de su sobrino. A ella no le importaba si habían cogido a Potter o no; solamente quería que sus familiares estuviesen sanos y salvos.

Cuando regresó al salón, lo hizo acompañada por Orión y por Luke. Ninguno de los dos parecía feliz. En lugar de sentarse, permanecieron de pie, y fue Jonathan quien se levantó, serio.

—¿Qué ha ocurrido? —preguntó.

Eira supo entonces que, a pesar de ser Orión el hijo de Voldemort, era su hermano a quien su tío había escogido como mano derecha. Era Jonathan quien en aquel momento podía dar órdenes a Orión, apoyado por Voldemort. Y su primo parecía aceptarlo.

—Mi padre ha perseguido a Potter, pero cuando ha logrado averiguar cuál era, ya era demasiado tarde. Ha entrado dentro de las protecciones de una de las casas de la Orden. Está furioso.

—Habrá regresado a la mansión, supongo —comentó Melody, poniéndose en pie al mismo tiempo que su marido. Orión asintió.

—Iremos a verlo —decidió Thomas—. Si está furioso, la única persona capaz de hacer que se calme es Melody. Y será mejor que lo haga rápido, si queremos evitar una desgracia.

La pareja dejó solos a los cuatro jóvenes y salieron de la mansión para ir a ver a Tom Riddle. Eran un gran apoyo para él, y los únicos que podían mantenerlo estable.

Mientras tanto, Luke y Orión se sentaron en el sofá, y Jonathan volvió a tomar asiento cerca de su hermana.

—Tú sabías cuál de ellos era el auténtico desde el principio —le dijo Orión a su prima, serio.

Los tres la miraron a ella, esperando que lo negase. Pero la joven no le encontraba sentido alguno a no decir la verdad, por lo que se limitó a asentir con la cabeza un par de veces y a encogerse de hombros, dando a entender que no consideraba que hubiese hecho nada mal.

—Si os lo decía, lo ibais a matar —dijo a modo de única explicación.

—No esperaban que mi padre pudiese volar —comentó Orión—. Y, antes de que Eira corriese a avisarles, tampoco esperaban que les estuviésemos esperando.

Las miradas se dirigieron entonces hacia la joven bruja de nuevo. Ella se cruzó de brazos y miró a su hermano y a su primo, desafiante. Luke no intervenía en la conversación, sino que se limitaba a observar y escuchar.

—¿Pensabais que dejaría que mataseis a mi amigo tan fácilmente?

—¿Ha muerto alguien, Black? —quiso saber Jonathan.

—Ojoloco Moody. Mi padre lo ha matado.

—Bien. Al menos, mi hermana estará contenta, ¿no es así, Eira?

La joven no dijo nada, pero estaba aliviada. Ninguno de sus amigos había fallecido aquella noche. Lo sentía por Moody, pero era cierto que apenas lo conocía, y que su muerte, a pesar de suponer una pérdida importante para la Orden, no le dolía.

—¿Es tu hermana? —preguntó entonces Luke.

Sabía que Jonathan era la persona más cercana a Voldemort después del matrimonio Sayre. Que lo involucraba en sus planes más que a Orión. Pero no había imaginado que aquel joven mago que se había convertido de pronto en la mano derecha del Señor Tenebroso fuese el hermano mayor de Eira, su novia. Nadie se lo había dicho.

—Sí, Jonathan es mi hermano mayor —comentó la joven—. Ha regresado.

Jonathan asintió mientras miraba a Luke con cierta curiosidad. Ya sabía que era el novio de su hermana pero, hasta el momento, no se había interesado en hablar con él. Para él, solamente era uno más de los mortífagos de su tío.

—Sé que el Señor Tenebroso intenta protegerte por Eira, pero para mí eres igual que todos los demás —le advirtió al chico—. Y no te diré tampoco que espero que cuides de mi hermana ni nada similar, porque ella sabe cuidarse por sí misma.

Pero, a pesar de aquellas palabras, Eira era plenamente consciente de que, si en algún momento le decía a Jonathan que Luke le había hecho o dicho algo que no debía, su hermano sería el primero que la apoyaría y que se ofrecería a lanzar la maldición asesina.

—Déjalo, Jonathan —pidió la joven—. Contadme. ¿Qué ocurrirá ahora?

Su hermano y su primo se miraron el uno al otro. Sin duda, sabían acerca de los planes de Voldemort, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a decir nada.

—Aún es un secreto —dijo Orión.

—Además, no nos arriesgaremos a que vayas corriendo a contárselo a tus amigos —agregó Jonathan.

—¿Acaso no habrías hecho tú lo mismo por Voldemort, Jon? —preguntó Eira—. De haber sabido de alguno de los planes de mis amigos, habrías corrido a avisarle.

—Por supuesto que lo habría hecho.

—Si me disculpáis, iré a escribirles una carta. Necesito asegurarme de que todos están bien.

La joven salió del salón en dirección a su habitación, y los tres chicos quedaron entonces a solas. Luke se sintió un tanto incómodo delante de Jonathan, a quien ni tan siquiera conocía apenas. No había esperado que el hermano de Eira, de quien hablaba con tanto cariño, fuese de aquella manera, tan autoritario y similar al Señor Tenebroso.

—Ha sido un alivio que haya ido a distraeros a vosotros —comentó Jonathan, pensativo, refiriéndose a su hermana—. De no haberlo hecho... no sé cómo habrían reaccionado los mortífagos.

—Tienen órdenes de no dañarla —dijo Luke.

Pero incluso él mismo dudaba de que algunos hubiesen cumplido la orden aquella noche. No entre la confusión. Habrían atacado a cualquiera que se interpusiese en su camino, sin detenerse a pensar en quién era.

—Pero lo habrían hecho —dijo Jonathan—. Mi hermana... no cae demasiado bien a los mortífagos. Habrá que tener cuidado, porque podrían aprovechar cualquier oportunidad para deshacerse de ella, confiando en que el Señor Tenebroso no llegue a enterarse.

—Pero es poderosa —le dijo Orión—. Más que Potter y sus amigos. Y que muchos mortífagos. Diría que estamos al mismo nivel ella y yo.

—No es suficiente —insistió Jonathan—. Tu padre ha dejado claro que no pueden hacerle daño, pero si varios de ellos deciden hacerlo y está sola... Varios magos podrían vencerla. Orión, si la ves en algún lío, ayúdala ¿vale?

Ambos primos se miraron a los ojos, y durante unos segundos, todo fue silencio. Hasta que Orión asintió con la cabeza, muy serio.

—Por supuesto. No necesitas pedirme que lo haga.

—Bien.

La joven era una bruja poderosa, pero por poderosa que fuese, tendría dificultades si varios mortífagos decidían atacarla al mismo tiempo, aprovechando la confusión de una batalla o algo similar. Y, si algo tenían claro su primo y su hermano, era que no permitiría que nadie lo hiciese, aunque tuviesen ideas contrarias a las de ella.

Jonathan no dijo nada, pero miró entonces a Luke. Él también hizo un gesto afirmativo. Eira era su novia y, a pesar de saber que era mucho más fuerte que él, también haría lo posible por ayudarla cuando pudiese.

—¿Te quedarás a dormir, Montague? —preguntó Orión.

—Creo que lo mejor será que no se quede esta noche, Black —respondió Jonathan—. No es el mejor momento, y si tu padre llega a venir molesto... él es la única persona a la que puede hacer daño.

Orión asintió, de acuerdo. Ni siquiera ser uno de los mortífagos favoritos de Voldemort salvaría a Luke de uno de sus ataques de furia.

—Creo que será mejor que me marche ya... iré a despedirme de Eira.

El joven se fue, dejando solos a los dos primos, que se miraron el uno al otro con seriedad.

—¿Aún no sabe que somos familia? —le preguntó Jonathan a Orión, sorprendido.

—No. Eira todavía no se lo ha dicho, y es a ella a quien corresponde contárselo.

Mientras tanto, Luke llamó a la puerta del cuarto de Eira, y entró. La joven acababa de de enviar la lechuza, y se encontraba en la ventana, mirando hacia el oscuro cielo exterior. Se giró para ver quién entraba, y esbozó una pequeña sonrisa al ver allí a su novio.

—Vengo a despedirme —comentó él—. Me iré ahora a casa.

—Bien... No me gusta enfrentarme a ti ahí fuera, Luke... a vosotros.

—¿Y crees que a nosotros nos gusta? —preguntó él—. He pasado miedo cuando te he visto ahí fuera, y cuando Jonathan ha ido a por ti, sin saber que era tu hermano... Pensé que te ocurriría algo malo.

—Jonathan no me haría ningún daño, nunca. Pero sabes que tenía que hacerlo... que son mis amigos...

—Lo sé, lo sé.

Eira se acercó a Luke, y lo besó. Sentía que se encontraba haciendo equilibrios, y no sabía cuándo podría caer. No sabía si llegaría el día en el que a Luke le sucediese algo cumpliendo con sus obligaciones como mortífago, o si a ella misma le sucedería algo. No sabía cómo cambiaría el mundo con la llegada de su tío. De modo que prefería aprovechar el momento.

Comenzó entonces a quitarle la túnica a Luke.

—Tu hermano y el hijo del Señor Tenebroso están aquí... —comentó él, nervioso.

Ella sacó su varita e hizo un hechizo no verbal para insonorizar la habitación.

—Ya no podrán escucharnos.

Luke sonrió y comenzó también a quitarle la túnica a su novia.

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