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Querido diario:

La espera se ha vuelto interminable. Han pasado horas y ese chico no ha dejado de escribir con el bolígrafo sobre la hoja. Aunque puede que esté exagerando, el tiempo se arrastra tan lentamente que siento una creciente desesperación.

Decidí levantarme y dirigirme a la cocina en busca de algo para beber. Una distracción para calmar mi inquietud. Sabía que el jugo no iba a resolver mucho, pero en este momento, eso era lo que menos importaba.

Volviendo a mi habitación con un vaso de jugo de naranja en la mano, pensé que tal vez ofrecerle algo de beber podría ser una forma de entablar una conversación con él. Pero cuando entré, no lo vi en ninguna parte. Mi mirada cayó sobre mi escritorio, donde dejé el vaso de jugo, y me encontré con una hoja blanca con letras grandes escritas en ella: "Hola, me llamo Satoshi".

Las letras parecían haber sido trazadas por una mano infantil. Estaba sorprendido y confundido por este mensaje. Pero entonces, me di cuenta de que el chico había desaparecido. ¿A dónde había ido?

La incertidumbre me invadió mientras observaba la habitación vacía. No había señales de él. Mi mente se llenó de preguntas y mi imaginación empezó a divagar. No entendía cómo alguien que había estado tan enfocado en escribir de repente había desaparecido sin dejar rastro.

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