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Lea despertó debido a su ruidoso y molesto despertador. Se talló los ojos y utilizó todas sus fuerzas internas para poder levantarse. Agobiada y cansada, se tomó una ducha. Fue una ducha larga y cálida. Salió de bañarse, secó su cabello, se hizo una coleta alta y se puso el uniforme.

Odiaba el uniforme, la hacía sentir incómoda trae la falda y tener que utilizar medias o calcetas.

Bajó a la cocina, su padre había preparado el desayuno. Se sentó y dibujo una sonrisa en su rostro, antes de que su padre la volteará a ver. Falsa, obviamente. Comió su desayuno y pretendió interés en los temas de conversación de su padre. Siempre intentaba mantener a su padre despreocupado, consideraba que, si causaba algún problema, iba a atraer aún más atención. Lea recibió un mensaje de Sehun. Todas las mañanas iba en camino a la escuela con él.

Sehun: Hey, niña.

Lea: what

Sehun: Hoy no iré a la primera clase

Sehun: así que te vas a sola a la escuela

Sehun: 💖💖💖💖

Lea: Va, gracias, buen amigo.

El padre de Lea, se fue a trabajar, pero sin antes dejar un beso en la frente de su hija. Faltaban 30 minutos aún para que Lea se fuera. Decidió ir a ver televisión. Basura, basura, basura, pensaba siempre al cambiar los canales. Se cansó de tanto buscar, que dejo la típica caricatura para niños con poca atención de sus padres. Vio la caricatura, contemplando los colores demasiados brillantes, violencia en exceso y situaciones sin sentido.

Sonó su alarma de cada día, que le avisaba que era hora de irse. Rodó los ojos y apagó la alarma. Cogió su mochila y salió de su casa. Sacó su celular, conectó los auriculares, puso algo de música y se incrustó éstos. Escuchaba música la mayoría del tiempo, la necesitaba para escapar de su realidad, triste y sin rumbo.

Lea caminaba, observó que la parada del autobús estaba cerca, hoy no era su día, así que decidió no caminar. Sin ganas y poco interés se sentó en la banca para esperar. A su lado estaba un chico. Solo pudo notar que tenía sus ojos clavados en un libro de historia. Subió su mirada poco a poco hasta encontrarse con la del chico. Éste le sonrió. El chico era castaño, piel muy blanca, ojos oscuros y un rostro bellísimo.

Lea nerviósamente le devolvió la sonrisa y desvió su mirada. Aunque el chico le pareció bellísimo, no mostraba interés. Si no le importaba ella misma, ¿Cómo iba mostrar en un chico desconocido?. Subió el volumen de su música, intentando evadir al chico.

-Supongo que vamos en la misma escuela.- dijo el chico mirando a Lea.

Lea se quitó un audífono y asintió.

-Nunca te había visto... disculpa... eso sonó arrogante. - dijo el chico con una mirada tenue.

-No importa, tampoco te había visto. - respondió Lea, haciendo notar su suave voz al chico, éste abrió sus ojos aún más al notarla.

El chico soltó una sonrisa encantadora y cerró su libro.

-Me llamó Jun-myeon, Kim Jun-myeon, aunque todos me llaman Suho, dime Suho.- explicó el chico. Tendió su mano a Lea.

Lea y Suho estrecharon sus manos. La diferencia de tamaños era impresionante. Lea con desconfianza desvió su mirada de nuevo y se colocó el auricular restante de nuevo.

-¿No me dirás tu nombre...?- preguntó Suho carraspeando su garganta.

-Ah claro.- respondió Lea y volvió a quitarse un auricular. - Me llamo Gwon Le Ah.- respondió tímidamente. - Aunque todos me dicen Lea.- agregó.

-¿Qué no es lo mismo?- pregunto Suho con una mirada tierna.

-No... bueno... sí, pero se escribe junto.- explicó Lea.

-Oh, ya...- soltó Suho y desvió su mirada. Lea asintió tímidamente apretando sus labios.

-Bueno, ya viene el autobús...- anunció suavemente Suho. Lea asintió.

Entraron al autobús, casualmente solo quedaban 2 lugares juntos. Lea nerviosamente se sentó al lado de la ventana y Suho al lado. No decían ninguna sola palabra, solo solían intercambiar miradas.

Llegaron a la parada, pagaron y bajaron, caminaron juntos hasta la escuela.

-Bueno, misteriosa chica, ¿En qué grupo vas? - preguntó Suho. Ella solo quitó sus audífonos por completo y miró tímidamente a Suho.

-102.- respondió neutramente.

-Genial, yo en el 105.- dijo Suho con las manos en los bolsillos. -Nos vemos, misteriosa. - se despidió y le regaló una sonrisa. Lea solo asintió.

Suho era un chico que, aunque no había tenido muchas novías, era famoso con las chicas, no solo por su bello rostro y cuerpo, si no por su inteligencia y dedicación. Aunque conocía a bastantes chicas, ninguna le parecía material de pareja, muchas eran bellas, pero eran vacías, sin sentimientos verdaderos. Solía ser amable con las chicas, pero ellas lo tomaban de otra forma, lo tomaban como si él sintiera algo, pero al final de cuentas, solo era educado. Tomaban los actos caballerosos, como algo del otro mundo, supongo que ellas no estaban acostumbradas a eso.

Lea, en cambio, era una chica atractiva, pero sus mismas actitudes la hacían ver descuidada. No era algo por fuera, era algo interior, necesitaba resolverse a sí misma, encontrar el punto de su vida. Le gustaba estar sola, aunque si solía disfrutar momentos con su mejor amigo Sehun, apreciaba más lo momentos solitarios. Amaba las noches oscuras y profundas, en las que podía sentarse cerca de la ventana y sentir el aire fresco llenarla. Solía pretender ser feliz, ya que odiaba ser el centro de atención, sentir que muchas personas la observaban era la muerte para ella, por la misma razón odiaba las presentaciones.

«Sí, Suho le pareció guapo, es más, guapísimo, pero presentía que era un chico demasiado perfecto para ser realidad. Tal vez ocultaba algo o tal vez no.»

...

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