Capítulo I

El invierno empezó a entrar en la ciudad con vientos poderosos, pero incluso los centígrados bajo cero no es nada malo para Youngjae. Él ama las nevadas, ama ver la ciudad con montones de nieve sobre sus calles, porque el color blanco es bonito y también por el chocolate caliente que venden en las pequeñas cafeterías es muy delicioso.


—¿Qué tanto ves por la ventana, Yoo? —Cuestionó su colega, el profesor de química, Kuhn.


—El invierno empezó ya. —Sonrió al observar las hojas de los árboles moverse por los potentes vientos.


—Al igual que los resfriados de nuestros alumnos y el fin de año con exámenes. —Comentó el rubio. —No sé porque te gusta tanto el invierno, es horrible. Tenemos mucho trabajo y todavía la organización de los eventos de navidad.


Youngjae con una sonrisa en su rostro dejó de observar el paisaje detrás de la ventana para dirigir su mirada hasta su colega.


—Solo es una temporada. —Argumentó. —Además, en vísperas de navidad la comida es deliciosa.


Kuhn negó con la cabeza tomando su taza de café sobre la gran mesa circular que ocupa tres cuartas partes de la sala de profesores.


—Ya tengo que irme. —Dio un buen sorbo a su taza y la volvió a colocar sobre la mesa. —Los del grupo B2 son muy puntuales y si no llego temprano, les da por pensar que no tendrán clase.


Youngjae asintió con la cabeza y observó como su colega tomaba el gran portafolio, que solía cargar siempre, junto con su taza de café para salir de la sala cerrando la puerta con ayuda de su pie.


Cuando el pelinegro se encontró solo volvió a observar por la ventana el paisaje. Sin duda alguna, amaba el invierno y todo lo que conllevaba, era su época favorita del año.


El timbre que anunciaba el inicio de las clases lo sacaron de sus pensamientos. Observó por última vez todo el paisaje para después tomar su portafolio de la mesa y salir de la sala de profesores, al parecer sería un buen día.


(...)


—No olviden que dentro de dos semanas iniciamos con exámenes. —Anunció Youngjae a sus alumnos. —Vendrá todo lo que vimos el último mes, más la información del libro que leímos en estos tres días. —Sonrió. —¿Todo bien? —Escuchó un “sí” como respuesta por parte de todos los alumnos. —Bien, son libres. Tengan un buen inicio de semana.


Cerró su libro en sus manos mientras sus alumnos guardaban sus cosas y salían del aula.


—Disculpe. —Escuchó un llamado a sus espaldas. —Tengo una duda, profesor.


Youngjae giró sobre sus talones encontrándose a una de sus alumnas.


—Dahyun. —Le dedicó una sonrisa. —¿Qué pasa?


La alumna dirigió su mirada al suelo y soltó un largo suspiro. Youngjae no entendía mucho, Dahyun siempre había sido una alumna bastante buena, muy reservada y tímida, pero bastante inteligente para todos los temas.


—Tengo un pequeño problema. —Murmuró. —No sé a quién decirlo, y la verdad no...


—Espera un momento. —Youngjae la interrumpió. —Espera que salgan todos tus compañeros del salón.


Dahyun levantó la vista y asintió la cabeza para después sentarse en una de los asientos más cercanos a ella.
Youngjae caminó hasta su escritorio y empezó a guardar sus cosas, Daehyun había prometido ir por él al termino del día y no quería hacerlo esperar tanto ahora que iba a mantener su poco tiempo con su alumna.


—Ahora, dime. —Youngjae llamó la atención de Dahyun cuando el salón estuvo completamente solo. —¿Qué sucede?


Dahyun llevó sus manos hasta su cabello y lo alborotó un poco.


—Profesor, estoy embarazada.


Youngjae abrió enormemente los ojos. No podía creer que lo sus oídos acaban de escuchar. ¿Cómo era posible aquello?... Dahyun era una alumna bastante reservada, podía esperar aquella noticia de todas las demás estudiantes; menos de ella.


—¿Estás segura? —Cuestionó incrédulo.


—Sí. —Bajó su mirada hasta sus manos. —Perdón si le cuento esto tan personal, pero... —Soltó un largo suspiro. —Usted había dicho que podíamos recurrir a sus consejos fuera de todo y...


—Sí, sí, entiendo. —Volvió a interrumpir Youngjae. —Pero, Dahyun eres muy joven y tener una familia ahora no es lo adecuado para tus estudios, ni para ti.


—Lo sé. —Dahyun levantó su mirada y observó hacia enfrente. —Lo abortaré.


Youngjae la miró de golpe.


—¿Qué? —Cuestionó. —Pero qué dices, Dahyun.


—Lo digo en serio profesor. —Dahyun lo observó directamente. —Ya tengo todo planeado, y será seguro... Solo que... necesito apoyo para hacerlo.


Youngjae asintió con la cabeza tratando de procesar toda la información obtenida. En su mente todo era un lío, cómo podía ser posible que una alumna tan normal, tan inteligente y tan callada podía estar pasando por una situación así.


—Dahyun. —Le sonrió. —Te apoyo. —Trató de sonar lo más empático posible. —Sé que tal vez no es el momento de que quieras hacer una familia, pero piensa bien las cosas. —Comentó. —De igual forma, lo que necesites saber sobre todo eso, yo te puedo ayudar.


Dahyun sonrió.


—Gracias, profesor. —Se levantó de su asiento. —La decisión está tomada, y le agradecería que no le dijese a nadie.


—Pero tienes que dicerle a tu madre o a tu familia. —Aconsejó. —No es bueno que estés por tu cuenta, y agradezco que me lo hayas dicho, pero yo no cuento con el apoyo necesario para ayudarte.


—No necesito decirlo. —Dahyun acomodó su mochila sobre sus hombros. —Mi madre es muy reservada, si llega a enterarse, tal vez quiera deshacerme de mí en algún otro país o alguna cosa similar.


Youngjae suspiró. A veces las cosas eran difíciles, pero él siempre confiaba en que todo se podía arreglar.


—Está bien. —Tomó su portafolio. —Te prometo no decir nada, ayudarte con lo que pueda... Pero por favor, no hagas algo de lo que después te arrepientas.


Dahyun asintió la cabeza y después de hacer una referencia enfrente de Youngjae salió del salón dejándolo en un hilo tenso de pensamientos.


Después de unos minutos empezó a caminar directo a la salida de la escuela. Aún en su mente se concentraban la noticia sobre su alumna Dahyun, por más que le daba vueltas al asunto llegaba a la misma conclusión: no tenía solución algo así.


Él no se atrevería a abortar, es su hijo, no podía con el sentimiento de culpa por haber matado a su propio hijo. Pero, tampoco se atrevería a crear una familia ahora, es bastante joven, aún tiene muchas metas y sueños por delante y tener un bebé sería retrasarlos... Además, está Daehyun, su Dae, sin duda alguna sería un buen padre pero, al igual que él, tiene metas y sueños que cumplir y un bebé, lo haría más difícil.


Llegó hasta el estacionamiento trasero de la escuela y rápidamente buscó a su novio con la mirada. Lo encontró recargado sobre su auto jugando con su móvil, sin pensarlo dos veces apresuró su paso.


—¿Qué haces? —Preguntó deteniéndose enfrente de Daehyun.


El pelidorado levantó su mirada y observó a su novio dedicándole una bonita sonrisa.


—Esperando al amor de mi vida, ¿lo has visto? —Respondió guardando su móvil en el bolsillo trasero de sus jeans.


Las mejillas de Youngjae rápidamente se tiñeron con un leve carmín. A pesar de ya llevar seis años con Daehyun, era inevitable sonrojarse con cada uno de sus halagos. Sin duda alguna, Daehyun era lo mejor que le había pasado en su vida.


—No, no lo he visto. —Respondió con timidez.


Daehyun soltó una sonora carcajada y atrajo a Youngjae para besarlo delicadamente en los labios, pues el pelinegro había mencionado un sinfín de veces que no debían de demostrar sus muestras de amor en su trabajo.


Youngjae sonrió y abrazó a Daehyun aspirando felizmente el olor de la fragancia de su novio.


—Ya vamos. —Dae lo separó de su cuerpo. —Tenemos que comer.


—A veces pienso que el amor de tu vida es la comida. —Se quejó el pelinegro haciendo un leve puchero.


—Ambos lo son. —Bromeó Daehyun abriendo la puerta del copiloto para que Youngjae entrase al auto. —Pero siempre te preferiré a ti.


Youngjae soltó una risita y entró al auto.


Sin duda alguna su vida era bastante linda...

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