¿Para qué quieres muérdago si no hay nadie a quien besar?


Un día nevado como cualquier otro en época navideña, un joven de ojos tan verdes como su cabello miraba aburrido la ventana de su casa con el mentón apoyado en sus manos. La imagen que el exterior le regalaba era tan monótona como su noche, ya habían salido a vacaciones y no vería a sus amigos en un buen tiempo, por lo mismo, había invitado a Kacchan, quién por supuesto no fue su primera opción, pero si había sido el único que estaba en la ciudad para estas fechas.


Y era obvio que no iba a venir pues hasta donde recordaba él había dicho "¡Kacchan! ¿Quieres venir el fin de semana que viene a mi casa?" Y Katsuki le había respondido "¿¡Uh!?¡¡Quítate de mi camino maldito nerd!!" Entonces lo tomó como un no y dejó que el joven rubio siguiera su camino refunfuñando. No iba a venir Kacchan y él pasaría la noche viendo caer la nieve, aburrido y sin siquiera estar acompañado de su madre pues estaba ocupada.


Cuando estaba decidido a dar por terminada su noche y dormir, el timbre sonó.


Observando a través de la mirilla de la puerta, casi se cae cuando unos ojos rubí le devolvieron la mirada y estuvo paralizado hasta que los golpes en la puerta lo sacaron de su estado. Kacchan había venido y Deku definitivamente no estaba esperándolo. Es decir, había preparado un pastel de frutas, algo de ponche y curry para la cena porque recordaba las cosas que a Kacchan le gustaban.


Pero no. Definitivamente no lo esperaba.


Ahora que estaba en frente de su puerta, la sorpresa de verle se había convertido en nerviosismo mezclado con alegría, no pasaría la noche completamente solo y sería una velada agradable con su amigo de la infancia.


"¿Cuánto tiempo te vas a quedar ahí parado como un idiota? Está congelando afuera"


Bueno, todo lo agradable que podía ser Bakugou Katsuki.


Una vez dentro, ambos jóvenes tomaron asiento en el sofá de la sala y dejaron que un silencio incomodo inundara la estancia sin compasión. Ahora que estaban juntos en una misma habitación, la sensación de vacío y la distancia que se había creado entre ambos despertaba una inquietud dolorosa en el corazón de Izuku.


Desde que Kacchan se había mostrado débil frente a él, con lágrimas en sus ojos, preguntando por qué tenía que ser la razón de la caída de All Might; Izuku evitaba cruzar palabras con el joven rubio. En cambio, lo observaba más de lo normal.


Cuando comía (y pensaba en lo tranquilo que se veía) o cuando hablaba con Kirishima (y sentía una presión en el pecho que Uraraka-san había descrito como celos) o masticaba su lápiz en clase mientras su rostro reflejaba aburrimiento (y encontraba a Katsuki como uno de los más apuestos en la clase, estadísticamente hablando).


Ocasionando que semanas atrás, Midoriya Izuku se encontrara perdidamente enamorado de su amigo de la infancia.


Qué horror.


"Kacchan... No pensé que fueras a venir ¿Quieres pastel de frutas? También hice algo de-"


"¿Crees que soy imbécil?"


¿Qué?


Lo sabía. Ya desde el momento en que su corazón le traicionó latiendo a mil bits por minuto cuando vio a Kacchan en la entrada, lo sabía. Esta había sido una de sus peores ideas. Ahora Kacchan probablemente se pondría a pelear por alguna razón y terminarían gritándose. Esa era la rutina a la ya estaban acostumbrados, rutina que por una vez quería que cambiara.


En sus fantasías más locas estaban: a) Kacchan por alguna extraña razón ya no lo odiaba y los dos podían sentarse juntos a conversar para resolver sus diferencias, volverse amigos y aclarar los sentimientos confusos que sentía Izuku o b) Kacchan por alguna aún más extraña razón, se sentía igual de confundido y se besaban.


La segunda, en su defensa, había sido parte de un sueño en el que Kaminari tenía la cola de Pikachu y Kirishima era una montaña con rostro, así que no podía suceder en ningún plano de la realidad.


Se giró para mirar fijamente a Kacchan y plantarle cara a lo que fuera a discutir con él. Le miraría de igual a igual y no perdería esta vez. Pondría una distancia justa entre ellos para...


Que Kacchan le besara.


Katsuki Bakugou le estaba besando.


Y lo hacía bastante bien.


O estaba soñando.


Pero entonces esos labios suaves que bailaban acompasados con los suyos no deberían sentirse con semejante calidez y armonía, los latidos de su corazón no debería escucharse en sus oídos amplificando la sensación explosiva que su pecho experimentaba en ese momento. No debería sentir la respiración agitada de Kacchan sobre su rostro ni unas manos ajenas recorriendo lentamente su cuello. Sus lenguas luchaban por ganar el control y el aire poco a poco abandonaba sus pulmones.


Se separaron.


Izuku jamás había visto en Kacchan una mirada tan hambrienta, tan llena de deseo que lo hacía sentir a su merced. Sentía sus mejillas ardiendo pero más importante, no ignoraba la incomodidad proveniente de su entrepierna.


"Kacchan, yo..."


"Es justo como lo imaginé... ¡Agh!"


En ese momento, Kacchan se levantó impetuosamente y comenzó a caminar hacia la puerta con el objetivo de dejar la casa pero fue detenido por Deku, quien tomó su brazo y le hizo retroceder. Nuevamente, el que sus manos se tocaran, hizo que algo dentro del pecho del joven de cabello verde se removiera y le impulsara a abrazarle por detrás.


"Suéltame"


"Kacchan, te amo... no te vayas"


"Eso simplifica las cosas"


Una sonrisa se asomó en los labios de Katsuki antes de tomar de nuevo a Izuku, esta vez por la cintura, adueñándose de los labios ajenos y cerrando la distancia que existía entre ambos cuerpos.


Dejándose llevar, las manos inquietas de ambos recorrían el territorio desconocido que era el cuerpo ajeno. Exploraban cada centímetro de piel que se asomara por la ropa, sintiendo en el pecho del otro el reflejo de sus propios latidos, acelerados y fuera de control.


Separando sus bocas pero no sus frentes, sonrieron en una especie de acuerdo silencioso. No había necesidad de decir nada más, se deseaban y ya no perderían el tiempo peleándose. Fue entonces cuando Kacchan señaló el techo sin apartar la mirada. Izuku, un poco confundido, siguió con sus ojos lo que Kacchan señalaba.


"¿Para qué quieres muérdago si no hay nadie a quien besar?"


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