Capítulo XXIII




Volvía a encontrarme en una habitación de hotel. Hubiese preferido quedarme en el hospital, pero cuando no me lo permitieron, tuve que acceder a quedarme en un hotel cerca de allí.


Todavía no podíamos saber si mi madre lograría mejorarse del todo, pero con cada minuto que pasaba sin que ella despertara, mi desesperación y abatimiento crecían. Llegué a creer que todo era parte de una horrible pesadilla, esperando con anhelo despertar pronto de ella.


A pesar de que estaba cansada, sabía que no podría dormir. Descarté la enorme cama de la habitación principal y me dirigí al pequeño balcón, sentándome en una silla amplia y lo suficientemente cómoda para pasar el rato. Desde aquel lugar, y con todas las luces de la ciudad titilando, observé como las personas se preparaban para dejar ese día atrás y comenzar uno nuevo.


Me moví, abriendo los ojos a la suave luz que empezaban a iluminar el cielo. Debí de haberme quedado dormida a mitad de la noche, pasando la noche en la terraza. Me quedé un momento viendo la salida del sol hasta que alguien llamó a la puerta, haciendo que regresara a la realidad.


Tenía el cuello rígido, quejándome al sentir dolor en mis articulaciones tan pronto me levanté para ir a abrir la puerta. Pasar la noche en una silla no había sido la mejor idea. Sonreí cuando abrí la puerta y me encontré a Stefan, dejándolo pasar sin que siquiera me lo pidiera.


--Buenos días, hermosa—dijo al pasar a mi lado, depositando un beso en mi mejilla—espero que no te haya despertado.


--No, ya estaba despierta—le aseguré mientras me frotaba la nuca. Ya mi cuerpo empezaba a pasar factura por mi inhabitual forma de dormir— ¿Qué hora es?


--Todavía es temprano—dijo, siguiéndome al gran sofá que ocupaba la sala— ¿Has dormido algo?


--Muy poco—le confesé, percatándome de que tenía grandes círculos oscuros bajo sus ojos esmeraldas debido al cansancio—tampoco pareces haber descansado mucho.


--No te preocupes por mí, yo estoy bien—me dio un beso en la coronilla antes de dejarme recostar mi cabeza en su hombro— ¿Por qué no duermes otro rato?


No lo tuvo que pedir dos veces. En pocos segundos el cansancio me venció.


Cuando volví a abrir los ojos, la habitación estaba bañada en una resplandeciente luz. Me alejé del brazo de Stefan y me enderecé en el sofá. Él también se acababa de despertar, sorprendiéndolo en un bostezo.


--¿Dormiste bien?—le pregunté sonriendo.


--Bastante bien, para mi sorpresa—dijo al darme una sonrisa torcida— ¿Quieres ir a desayunar antes de irnos al hospital?


--Me cambio y nos vamos—fui hacia mi habitación, deseando ver a mi madre lo más pronto posible.


Luego de colocarme un pantalón oscuro a la cintura y una camisa blanca, tomé mi chaqueta junto con mi cartera y salí a la sala. Me llevé una sorpresa al encontrarme a mi padre en ella. Él miraba a Stefan con desaprobación antes de percatarse de mi llegada, relajando su semblante al verme.


--Buenos días—me saludó, intentando ocultar su desagrado por la presencia de Stefan.


Me situé al lado de Stefan, preguntándole con la mirada por aquella inesperada visita. Él hizo un pequeño encogimiento de hombros.


--Buenos días—le dije lacónicamente— ¿Qué haces aquí?


--Quería invitarte a desayunar—contestó, haciendo caso omiso de mi actitud.


--No creo que sea posible. Ya tengo planes—miré a Stefan por apoyo, pero lo que recibí fue una mirada de reproche por su parte.


Sabía que estaba siendo demasiado dura con mi padre, pero no podía olvidar lo que le había hecho a mi madre, incluso cuando había prometido que no lo juzgaría por ello. Pero era muy difícil no recordarlo cada vez que lo veía, y más cuando actuaba tan indiferente. Interrumpió mis cavilaciones cuando volvió a hablar con un tono más serio y profundo.


--Me parece que no nos han presentado—dijo ofreciéndole la mano a Stefan—Christian Montgomery, el padre de Evangely ¿Y tú eres...?


Recalcar esa verdad hizo que mi estómago se revolviera. Era extraño escucharlo decir que él era mi padre.


--Stefan Salvatore, soy un...


--Él es mi novio—le corté antes de que terminara.


Los dos me miraron sorprendidos, siendo mi padre el primero en desviar su mirada de mí para estrechar la mano con Stefan. Lo suficientemente fuerte como para considerarse grosero.


--Un placer—le dijo mi padre con una mirada desafiante, que haría a cualquiera encogerse—pero estoy seguro que no te importará que yo la lleve a desayunar, ¿cierto?


--No, no tengo ningún...


--Solo iré si Stefan va.


Luego mirarme de detenidamente, asintió resignado, sabiendo que lidiar con mi obstinación sería un caso perdido.


--Entonces será mejor que nos vayamos.


Stefan me miró con desaprobación, respondiéndole con un guiño antes de arrastrarlo conmigo fuero de la habitación, con mi padre siguiéndonos.


Fuimos a comer a una cafetería cercana al hospital. Era un lugar cómodo y pintoresco, tal vez demasiado agradable para las circunstancias en las que nos encontrábamos. Luego de que todos pedimos, la tensión que había en la mesa era casi insoportable.


--Supongo que no sólo viniste para traerme a desayunar, ¿O me equivoco?


--No, no lo haces—me miró por un momento midiendo mi humor—tu actitud despectiva me causa cierta curiosidad.


--Yo no...—pero me callé. Mi comportamiento hacia él era mucho peor que eso. Pero no sentía desprecio, de eso estaba segura.


--Tal vez no, pero quisiera saber por qué te desagrada tanto mi presencia.


No le contesté al instante. No me desagradaba, no completamente por lo menos. Sólo le tenía cierto rencor por lo que había pasado con mi madre. Quería creer que él no había tenido la culpa de que me separaran de ella, pero había algo que me hacía dudar.


En serio quería poder verlo como a un padre, incluso hasta quererlo, pero para que eso pasara tendría que pasar mucho tiempo.


--Perdona mi comportamiento, pero con tu llegada todo vuelve a repetirse. Empezar de nuevo no es algo que quiero, y con mi madre en el hospital...


--Lo sé, y lo siento por eso—dijo apenado, tomando la mano que tenía sobre la mesa—sé que la noticia fue una sorpresa para ambos, pero deberías de comprender que no fue mi culpa el que no estuviera en tu vida.


--Mi madre tampoco la tuvo, si a eso te refieres.


--Si ella tan sólo me hubiese hablado sobre ti...


--¡Ella lo hizo! Y lo único que recibió de ti fue tu rechazo—me miró perplejo, con total desconocimiento sobre mi acusación ¿Es que acaso nunca le había llegado la carta? ¿Entonces quien había respondido en su nombre?


--Sé que ahora no es la misma persona que conocí, y yo tampoco, pero ella tuvo que saber en ese momento que nunca la hubiese abandonado—dijo decepcionado—no tuvo que haberse ido.


--Ella sólo hizo lo que creyó correcto. Lo que pensó que tú querías—la defendí.


--Mira lo que logró al hacer lo que creía correcto—su acusación me provocó una punzada en el pecho ¿De verdad le echaría la culpa a mi madre por todo lo que había pasado?


--Ella también ha sufrido, así que no puedo culparla por nada de lo que pasó. Que creciera con otra familia no es algo que ella planeó o quiso.


Él se tomó un momento antes de volver a hablar.


--¿Has pensado en lo que puede pasar si tu madre no se recupera?—no podía entender a lo que se refería, así que esperé que continuara—no puedes quedarte al resguardo de los demás—miró a Stefan por un momento y luego siguió—si tu madre llegara a morir...


--Ella no lo hará—renegué.


--Y eso es lo que espero. Pero si algo le llegara a pasar, quiero que sepas que puedes contar conmigo.


--Ella saldrá bien de esto—le aseguré, sintiendo como un nudo apretado se instalaba en mi garganta. Alejé mi mano de la suya antes de volver a hablar— ¿Cómo siquiera puedes pensar lo contrario?


--No fue mi intención...


--No importa lo que puedas pensar de mi madre, si crees que tomó malas decisiones o no, sólo te pido que no te quedes aquí por obligación o lastima. Si tanto la odias, entonces vete. No te necesito en mi vida, y ella tampoco.


--No la odio, jamás lo he hecho o lo haré. Ella aún es importante para mí, y no creo que eso cambie algún día. Solo quiero entender las cosas y volver a empezar, sobre todo teniendo una oportunidad contigo.


--Entonces gánatelo.


Luego de decir eso, me levanté de la silla y salí del lugar.


Stefan me siguió en silencio, tal vez queriendo darme mi espacio o también pensando en lo que había pasado o sido dicho. Decidí caminar hasta el hospital, que estaba a unas pocas cuadras de allí, pero no pude contenerme de romper en llanto a mitad de camino.


--¿Por qué tuvo que decir todas esas cosas?—dije entre sollozos amortiguados, sin dejar de caminar—por lo menos pudo haber mentido respecto a lo que pensaba, pero decir que mi madre puede morir...


Mis sollozos se hicieron más profundos, con lágrimas cayendo sin restricción por mi rostro. Stefan tuvo que tomarme de la cintura para detenerme, abrazándome como consuelo.


--¿Qué pasa si de verdad ella muere?—le pregunté en un susurro contra su pecho, sin poder mirarlo a la cara—no tengo a nadie más...


--A ella no le pasará nada, te lo prometo—a pesar de no estar en sus manos que eso se cumpliera, sabía que haría todo lo posible por no faltar a aquella promesa.


--¿Crees que mi padre tuvo algo que ver cuando me dieron en adopción?


--No podría estar seguro de ello, pero sospecho que no—yo le asentí, respetando su opinión—yo creo que tu padre te ama. Incluso cuando dice cosas que sólo te lastiman, lo hace. Y estoy seguro de que su familia lo hará tan pronto te conozcan.


Me ofreció una sonrisa reconfortante, haciéndome creer lo que decía.


--No quisiera llevarme otra decepción... y mucho menos mendigar el amor de nadie—dije tomándolo de la mano, llegando a mi mente lo que logré reprimir los últimos días. A Ethan.


--¿Por qué dices eso?—yo me quedé en silencio, no queriendo sacar a colación ese tema. Él me tomó de la barbilla para que lo mirara sin desviar la mirada.


--No es el momento, así que no...


--¿Tiene que ver con él?—me interrogó, sabiendo a quien se refería.


Me mordí la mejilla para evitar seguir derramando lágrimas. No quería llorar por él, no cuando había cosas más importantes en mi vida por las cuales preocuparme.


--Pensé que de verdad lo nuestro funcionaria—le dije, estando claro cuan errada estaba—sé que fui una estúpida al creer en ello, o al pensar que de verdad me amaba. Incluso ahora soy una completa idiota al no poder superarlo, cuando obviamente él ya lo hizo al dejarme por otra.


Su mirada se tornó oscura. Siempre había pensado que le tenía cierto resentimiento a Ethan, sobre todo después de lo que pasó en la fiesta de navidad, pero cuando me advirtió que saldría lastimada si confiaba en él de nuevo, le tuve que haber creído. Ahora aquí estaban las consecuencias.


--Es un completo imbécil—dijo entre dientes—y si estuviera aquí, te aseguro que le partiría la cara.


Eso me hizo reír, haciendo que él me sonriera por verme hacerlo.


--Hay muchas personas que te quieren, para quienes significas mucho, y ellas nunca te dejarán sola—él limpió con delicadeza las pocas lágrimas que habían escapado, expresándome con su mirada aquella absoluta verdad y amor. Estaba segura de que él era una de esas personas—además, si ahora soy tu novio, ¿Cómo podría dejarte sola?


Me hizo reír el que recordara lo que había dicho más temprano. Cuando le dije a mi padre que él era mi novio, sólo lo hice para ponerlo furioso. Fue como una especie de venganza a su paranoia de supuesto padre protector, o por lo menos eso es lo que aparentaba cada vez que nos veía a Stefan y a mí juntos. No pensé que Stefan se lo tomaría en serio, pero el placer en su mirada al decir esa simple palabra, me recordó cuan profundos eran sus sentimientos hacia mí.


Él era una persona a la cual quería demasiado como para hacerle daño, y ese siempre fue mi pretexto para no estar con él, aparte de otras cosas. Siempre pensé que no sería la adecuada, que él merecía a alguien mejor para estar a su lado. Pero creo que estaba equivocada.


Sólo pensar que estuviese con otra persona, me hería en lo más profundo. Él se había ganado poco a poco mi cariño, y hasta podría decir que mi corazón, pero el estar con Etahn me impidió sentir algo más que una amistad hacia él.


Pero ahora Ethan sólo era un fantasma en mi vida, uno que tal vez siempre estaría allí sin poder evitarlo, así que tenía que olvidar esa lealtad y esperanza infundada hacia un futuro que no sería posible. Tenía que superarlo.


Sólo de esa forma podría tener una oportunidad con Stefan.

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