MAGOS Y HECHICEROS Cap 1 ver 1

La tarde gris y fría, la multitud de transeúntes de la Broadway Boulevard en Kansas City se apresura en llegar a sus hogares protegidos por gruesas prendas para el invierno que ya hace sentir su rigor.

Sentada en el frío césped del área verde contiguo a la iglesia católica redentorista, Elianne, con una sonrisa traviesa, luego de haber limpiado sus enormes gafas y habérselos colocado; enseña su puño a la pantalla de su móvil exclamando un. Yes!. Cuando recibe sus primeras criptomonedas producto de la venta de skins de una cuenta de videojuego que logró hackear. Sus primeros pininos en el mundo de los hackers da sus primeros frutos. Sabe que está mal lo que hizo y siente remordimiento, pero cerrando los ojos se repite. <Los malos siempre ganan>. sabe también que dichas acciones ilegales le puede traer consecuencias con el sistema judicial, es por eso que no solo se previene usando IP falsos, consejos de hackers amigos que hizo en la red profunda, sino; que navega desde su Mobil usando wi-fi público, y se enlaza a una pc del laboratorio de sistemas del colegio que tiene una tarjeta inalambrica modificada y que arranca con un usb desde cualquier lugar en donde ella se encuentre, previene también cualquier posibilidad de delatar su ubicación atacando a sus objetivos desde espacios públicos, dónde, según datos proporcionados por una rama perteneciente a Anonimus y denominado "Freedom"; carecen de cámaras de vigilancia. Nerviosa, presiona la tecla enter para enviar una galleta a la preparatoria, desea probar su efectividad. Ésta vez su mira es el departamento de registro de estudiantes, desea también conocer la dirección electrónica del quarterback del equipo de fútbol americano de la escuela, por que pedirle a alguien de la preparatoria, le haría pasar desagradables momentos de humillación, además, el quarterback sólo acepta amistades conocidas en su página social.

Tiritando de frío suspende el uso de su Mobil, se levanta, y, estirando las piernas se dirige a la cafetería más cercana a por una bebida caliente. De pronto mientras se dirige al cruce peatonal, en la acera opuesta, una niña de aproximadamente siete años y de cabellos rojizos, que se escabulle rápidamente entre los peatones llama su atención. Es una pequeña pelirroja que cual pericote en fuga, cruza la Broadway Boulevard raudamente zigzagueando por entre las personas aprovechando la luz verde del semáforo, y, echando una mirada hacia atrás, se dirige a la enorme iglesia católica y al ingresar en ella por una puerta lateral vuelve mirar atrás. Elianne decide desatenderse y prosigue su camino. Al llegar al cruce, mientras espera el color rojo del semáforo, una señora gorda llega y abriéndose paso entre las personas que también se disponen a cruzar, se coloca junto a Elianne a quien empuja hacia una pareja de enamorados, él de rasgo caucásico y ella asiática, que tomados de la mano se miman. En la acera opuesta también hay un nutrido grupo de personas que esperan cruzar, como un joven que mira a todos lados como si buscara algo, como también, una mujer seria con lentes oscuros y vestida en traje negro que presurosa se ha unido al grupo o una señora que empuja un coche en donde yace su niño o incluso un hombre delgado, de elevada estatura y de rostro alargado que hecha una bocanada de humo mientras vuelve a poner en sus labios un Marlboro mientras ignora a tres adolescentes bulliciosos tras él.

Al encenderse la luz verde del semáforo; ambos grupos dejan la acera y se lanzan a la vía, Elianne se rezaga tras recibir la llamada de Yannyck, extrae su mobile de su mochila donde también guarda su laptop y comunicándose con él percibe el desenlace de las manos de la pareja de enamorados que a cierta distancia caminan, sumida en su enlace telefónico le parece notar que la atractiva joven de rasgos orientales y de cabellos oscuros extrae algo metálico de su costado, perturbada y atendiendo más aquel movimiento, nerviosa empieza a tartamudear. -Yann... ti... tiene un... a... ar...

_¿Quee?. Responden al otro lado de la línea.

_Ti... ¡tiene un arma!. Responde en el momento en que la pareja que la antecedía, en un movimiento rápido, Ella con un revolver glock G22 cutawey y él con una glock G41 gen4mos; tras gritar que eran agentes federales, que estaba detenido y conminarle a que se tirara al piso, encañonan al hombre alto y de cara larga que se ha quedado sorprendido con el cigarrillo entre sus labios, mientras que alrededor, los transeúntes nerviosos y curiosos se detienen viendo lo que sucede para luego tomar prudente distancia.

FBI! ¡Tirate al suelo! ¡no te lo repetiré otra vez!. Vuelve a ordenar la mujer. El extraño hombre detenido observa a sus captores tranquilo, a Elianne le parece que no tiene la intención de huir, es más, tiene la impresión que, en tanto el larguirucho expele una bocanada de humo y se lleva los dedos hacia su boca para retirar el cigarrillo, realiza un movimiento con la mano que le resulta curioso, observa sorprendida también y analiza al agente masculino, quien, sin bajar su arma; coge su grillete con su otra mano y se le acerca lentamente a someterlo. -¡No le quites la mirada Parks!. Reprende la joven mujer a su compañero al notar que éste echó un vistazo a sus esposas para acomodarlo.

_¿Sabe que espiar sin una orden al director de la división del FBI de Kansas, es ilegal? esto les costará muy caro agentes, me encargaré personalmente que se fosilicen en una cárcel. Gruñe el detenido mientras con la mirada escudriña los gestos y la reacción de la joven mujer, al tiempo que el agente masculino, sin bajar su arma se queda inmovilizado ante aquellas palabras.

Elianne, como todos, cediendo a la curiosidad se alejó un poco, está atenta y tensa por el desarrollo de los hechos. <No creo que le disparen, está desarmado>. tiene la impresión que el hombre que lleva los grilletes se halla petrificado ante el hecho de haber cometido un grave error.

_¡Mireme! ¿no me reconoce?. Exige el detenido al hombre de los grilletes quien pestañea confuso.

_Sigue hablando y te juro que cuando termine de vaciar la cacerina de mi arma, nadie reconocerá tu cráneo. Amenaza en voz alta la mujer.

Las luces de los semáforos cambian y el sonido de las bocinas de los vehículos se hacen ensordecedores, el tráfico se encuentra detenido.

_Sí, estoy seguro que lo haría agente, aún teniendo tantos testigos, y es por eso, por su falta de escrúpulos y por trabajar coludida con el crimen organizado, decidí apartarla de la oficina del FBI, deténgala agente Parks, ¡ahora!. Ordena el hombre del cigarro al tipo que estaba por esposarlo.

_Tranquilo Parks, relájate, sabes de que va esto. La mujer le habla a su compañero sin desviar su mirada del objetivo de su arma, se ha percatado que la duda hace vacilar a su colega. Parks mírame!. Exclama, para luego, después de percibir por el rabillo del ojo que el otro agente se mueve; desvía su vista del detenido y atónita descubrir que está en la mira del arma de su colega, maldice en su interior tener cómo compañero a uno de los mejores tiradores de la oficina de Kansas.

_Baja tu arma Deng. Replica en un tono dubitativo el hombre a quien llaman Parks.

_¡Recapacita Parks, sabes por qué estamos aquí¡.

_Obedece al director, te lo pido Deng, baja tu arma. Responde con duda y amenazante su compañero, su rostro está desencajado, tiene un aspecto rojizo como si estuviera encendido, la vena en su sien está hinchada. las personas que antes observaban atentos; ahora se alejan ante el peligro de la situación, Elianne también retrocede y observa de reojo que el detenido gesticula con disimulo palabras a la par del tal Parks y en voz baja.

._Ahora agente Deng; entregeme su expediente, yo personalmente me haré cargo, le estoy relevando de ésta operación. Con aspecto triunfante, exige a la mujer el hombre del cigarro mientras expele una bocanada de humo, ésta tiene los ojos y la mira de su arma puestos en él, aparenta tranquilidad ya que es apuntada por el arma de quien antes parecía ser su enamorado y colega en el FBI.

_Calma aprendiz de Houdinni, tu ganas. Contesta la joven mujer, dicho esto sonríe y levanta las manos dejando de apuntar al hombre del cigarro. -Te daré lo que pides. Agrega, el hombre a quien trataban detener momento antes, da su consentimiento con un gesto, no sin antes dejar en claro que es él la víctima. La mujer baja el arma y se lleva las manos a los bolsillos, busca algo. Elianne quien no a perdido de vista este movimiento observa la mano de la tal Deng moverse dentro de los bolsillos de la parte trasera de sus vaqueros, de donde extrae un dispositivo extraño que entrega al hombre alto y una diminuta memoria que arrojó con discreción, pero con fuerza que por casualidad va a parar cerca a los pies de Elianne, quien atenta a ese movimiento, da un paso al costado como no queriendo inmiscuirse en el asunto, en ese preciso momento suena un disparo. Estallan los gritos de pánico de los presentes quienes salen corriendo, otros se tiran al piso, pequeños fragmentos de contextura blanda se estrellan contra el rostro de Elianne quien quita la vista del dispositivo tirado en el asfalto y logra contemplar cómo el cuerpo de la mujer asiática se desploma en el asfalto de la Broadway, su compañero Parks acaba de descerrajarle un tiro de lleno en la cabeza, haciendo que trozos de su cerebro salgan por los aires e impacten en las mejillas de la muchacha, quien no puede reaccionar, quiere salir corriendo, pero sus piernas no le obedecen, tiembla y chilla mientras mira petrificada el cuerpo femenino que yace con los ojos abiertos mirando algún punto perdido, la sangre empieza manar de entre los cabellos del cadáver que tienen trozos de sesos, extendiéndose y discurriendo por el pavimento. Elianne se sobresalta y abandona el estado en que se encuentra cuando otro disparo se escucha, el hombre que era el compañero de la mujer que yace en el suelo, se ha pegado un tiro en la cabeza, Elianne no puede más con la escena que se desarrolla delante de ella, se desploma sobre sus rodillas, apoya las manos contra el asfalto para no terminar tendida igual que los cadáveres, sufre arcadas debido al olor de la carne, sangre y pólvora que el helado aire, entremezclados, arrastra a sus frías fosas nasales, su vientre se contrae y luego su pecho, su columna se arquea, acaba  de regurgitar todo su almuerzo.

Los pasos de las personas que antes se retiraron y ahora se acercan para observar los cadáveres, el ulular de las sirenas de la policía y de las ambulancias, así como la llegada de dos imponentes furgonetas Chevrolet suburban de color negro; la regresan a la realidad, mareada distingue su Mobile en el asfalto y no recuerda en que momento pudo habérselo caído, mira a su alrededor, nadie repara en ella, de pronto una enorme manota se posa en su pequeño y delgado hombro.

_¿Te encuentras bien niña?. Es uno de los enormes hombres ropero que descendieron de las camionetas oscuras, viste traje y gafas negras y la ayuda a ponerse de pie, frunce el entrecejo al ver el Mobile con forma de crisálida de Elianne.

_Es... es mi...mío. Tartamudea ella nerviosa y apaga su teléfono luego de recogerlo.

El mastodonte la conduce a una unidad paramédica donde la suministran calmantes, Elianne, tendida en la camilla aún con vértigo, no puede borrar de su mente lo vivido momentos antes, de pronto siente algo pegajoso entre sus dedos, hace un gesto de asco. <¿Qué tipo de persona se embarra con su propio vómito?>. Se recrimina, pero se queda pasmada al distinguir entre lo regurgitado y adherido a su dedo anular; la pequeña memoria que la mujer asiática había tratado de deshacerse, vuelve la vista hacia el lugar donde yacen los cadáveres y se levanta con la intención de ir a entregárselo a la policía, pero el cabezazo que sufre por la intempestiva entrada de un paramédico en el vehículo, lo vuelve a la camilla, pero ésta vez inconsciente.

_Niña ¿estas bien? ¡despierta!. El galeno, contrariado, trata de reanimarla pero no lo logra, entonces, cerrando la puerta, pone la ambulancia en movimiento con una orden, abandonando la escena del crimen donde la policía acordona el área, restablece la calma y reorienta el tránsito, también los peritos de criminalistica empiezan su trabajo, entre los curiosos que se encuentran detrás de la cinta amarilla de seguridad, está el hombre delgado y de cara alargada que se marcha disimulado y presuroso, ignora que desde una de las torres de la iglesia redentorista; es observado por los hermosos ojos verdes de la pequeña niña que momentos antes apurada entró ella.

_¡Lo sabía! ¡Lo sabía!. Se queja al borde de las lágrimas y arrugando la piel de su rostro se gira para abrazar el hábito de la monja que se encontraba tras ella. -¡Quiero irme! ¡no quiero continuar! ¡yo no quería, no debía venir!. Angustiada, exclama llorando mientras sorbe por la nariz, los mocos que empezaron a caérsele.

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