Saltan chispas |X|



- Oh vamos Mads. No puede ser tan malo – mencionó el razón llegado preguntándose a sí mismo que tan malo podría ser el chico que tenía delante de él.


Madison estaba que se le salía el humo por las orejas ante la poca importancia que le dedico su amigo. Entonces procedió a explicar el plan de Hamilton desde su punto de vista. A medida que avanzaba tanto su sonrisa como la buena imagen que se pudo haber echo de Hamilton se iban disipando consumida por el naciente odio que Jefferson inconscientemente empezó a dedicarle al más joven. Por otro lado el caribeño ya se estaba impacientando al escuchar al diseñador hablar de una forma tan profesional sobre su trabajo.


Los minutos pasaron y Madison dejo de explicar para darle paso a una confrontación entre el sureño y el cubano. Jefferson como representante de márquetin le recriminaba a su interlocutor el rebajar a RevModa a la producción de ropa para las masas. Hamilton por su parte intentaba de hacerle ver que sus acusaciones eran innecesarias e infundadas. Siguieron discutiendo y de un momento al otro la discusión pasó de una furibunda conversación de trabajo a una guerra de insultos banales.


- ¡Inmigrante!


- ¡Retrasado!


- ¡Connard!


- ¡Fils de pute!


- ¡Palo della luce mal vestito!


- ¡No hables en chino enano!


- ¡Hah! Primo, el chino no es un idioma. Secondo, los idiomas de china son el Mandarín y el cantonés. Terzo, es italiano. ¡Imbesile!


Y fue entonces que Washington ce canso de sus niñerías. Esos dos iban a tener que trabajar juntos de ahora en adelante. No, podía tenerlos en eterna discusión todos los días. El mayor sentía que terminaría que terminaría en un manicomio de tener que hacer de estas discusiones un habitual.


- ¡O ce callan o los callo! – se exaspero finalmente el virginiano con tono militar.


- ¡Si señor! – respondieron ambos muchachos ante el tono empleado.


- Bien. Jefferson – comenzó dirigiéndose al más alto.


- ¿Si?


- El plan presentado por Hamilton no es más que una modificación del mío. Por lo que si tienes alguna queja me la informaras a mí. Gracias a Hamilton yo ahora sigo a la cabeza de esta compaña por lo que has de tratarlo con respeto. Dicho esto, te informo ya la decisión fue tomada así que no pienso cambiar nada.


- ¡Ha! – exclamo el caribeño a signo de victoria.


- Ahora, Hamilton.


- ¿Señor?


- Si queremos un completo éxito de este plan no solo necesitaremos crear una innovadora colección, sino que también necesitaremos una fuerte campaña publicitaria y un buen balance del presupuesto. Por lo que tendrás que trabajar mano a mano con Thomas.


- ¿Hah? – se exaltaron ambos en conjunto.


- Ya escucharon ahora a trabajar.


En eso ambos se miraron con rayos en la mirada para después apartarse e irse a sus referentes puestos. Jefferson llego a su oficina sola para pasarse la primera mitad de la jornada quejándose del inmigrante con el cual no había tenido aún más que 30 minutos de contacto. Hamilton trabajaba divertido en sus cuentas al son de la música latina. Le relajaba hacer cálculo avanzado. Esto era una de las cosas que le gustaba más al muchacho de ser inteligente. Podía hacer un trabajo que le gustaba y que a la media le parecía aburrido por lo que nunca tendría mucha competencia.


Llegada la hora del almuerzo se retiró con el resto y no pudo más que quejarse del irritante recién llegado. Pues, si el virginiano había podido desahogarse en lo que quedaba de la mañana, el caribeño no tuvo esa oportunidad. Por consecuente, fue a orejas de sus amigos que explotó su ira.


- Es que se los juro es un inepto, idiota, cabeza de chorlito hijo de su....


- Hamilton ya entendimos que lo odias pero ya tengo suficiente con verle la cara todas la horas de todos los días para que ahora también tenga que escuchar de él durante mi tiempo libre – refunfuñó Burr pues su oficina era adyacente a la del virginiano.


- Oui mon ami. Tienes que dejar de hablar de él, pero ya. Cualquiera que te escuchase creería que tienes una obsesión con el monsieur. Después de todo del odio al amour solo hay un paso.


- ¿Lafayette que insinuas?


- Rien jambon. Solo la verité. Además, Jefferson esta igual a ti. Se feliz mon ami eres correspondido.


- !Hah! ¿Yo y ese idiota palo de luz con un errado sentido de la moda? Por favor Laf. No me hagas reír. – retrocó con sarcasmo el cubano.


- Tú di lo que tú quieras pero recuerda. Je suis français. Vengo du pays de l'amour. No hay forma de que me confunda en mis instintos – se jacto el francófono.


Con eso todos se retiraron para regresar a sus puestos. Subiendo a sus respectivos pisos y despidiéndose. Hamilton iba camino a su oficina pero lo volvió a ver. Hay estaba de nuevo el dueño de Kings conversando entre susurros con Sudburry. Ya hace unos días que el suceso se había repetido sin embargo Hamilton nunca se tomó el tiempo de indagar en el asunto. Esto espesaba a tornarse sospechoso para el chico más otra vez se dedicó a restarle importancia.


Así pasaron los días y la guerra fría no cesaba. Por medio de Burr y Gilbert ambos encontraron la manera de que la paz salga invicta. Pues los documentos eran enviados por medio de mensajeros neutrales. Jefferson criticaba de su puño y letra lo que le enviaba el más joven y viceversa. Se tomaban el tiempo de avistar el más mínimo detalle solo para irritar al otro y sin darse cuenta perfeccionaban más y más la técnica del contrario. Para el resto esto podía parecer una infantil competencia pero para ellos era una forma de mantener su orgullo en alto. Los roses en los pasillos albergaban un aura de desprecio y gélida enemistad más sus ojos parecían buscar algo diferente en la mirada del contrario causando una relación bipolar surgida de desconocidos sentimientos contrariados. Pues si en algo eran buenos ese par, era en correr directo contra un muro de concreto en cuanto a sentimientos se trataba.


- Muy bien caballeros. Hoy es el gran día. No arruinen na... – anunció George.


- ¡Tenemos un problema! – exclamo Madisson entrado desaforado por la puerta.


- ¿Ahora qué? – gruñeron irritados al unísono los tres presentes. Esta última semana fue un infirieron para ellos. Los proveedores, loe bancos, las telas, los compradores, Madison. Lo único que querían era poder acabar con esta soirée de modelaje para poder empezar la producción.


- ¡Nos faltan los modelos de los trajes principales! – mencionó el otro en histeria.


- ¿Y eso importa porque...? – reclamo Hamilton con desgano.


- Sin ellos no puedo empezar. Uno simplemente no repite modelo Alexander.


- ¿Qué tallas necesitas? – inquirió el dueño del lugar.


- Un hombre relativamente alto y una mujer de pequeñas medidas.




- Tengo lo que necesitas.


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¡Sé que es corto pero no me culpen! ( ̄人 ̄)


Ya yo empecé la escuela y el trabajo no se aberra nada fácil. (lll-ω-)


P.D: No olviden comentar y darle a la estrellita(✧∀✧)


Atte. S2 Queen

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