Lobo |IIX|

 Era un manojo de nervios. Parecía hoja de papel temblando y siendo empujada por el viento. ''¿Me veré bien? ¿Estoy bien peinado? ¿Perate, estoy temblando? ¿Quién bajo la puta temperatura? ¡Hace frío!''


El pobre chico estaba sucumbiendo bajo el rápido latir de su corazón, causado por el pensamiento de la más pequeña posibilidad de fallo. Aunque en algún momento de la mañana había conseguido calmar su nerviosismo todos sus esfuerzos se fueron al basurero después del encuentro que tuvo. Después de eso su ansiedad no hiso más que subir, sin importar cuantas veces contase hasta diez.


Aún tenía fuertemente marcado en su memoria el recuerdo de hace un par de horas.


El chico se acordaba perfectamente de como todo había sucedido.


Calmadamente avanzaba el por los pasillos dirección la oficina de su jefe con el fin de prepararse para la entrevista sin embargo al llegar frente a la puerta designada se detuvo debido a las voces que provenían del lugar. No es que Hamilton fuese chismoso a algo es solo que... bueno... él era muy curioso...y como ya han de saber...La curiosidad mató al gato.


De la puerta se escurrían sonidos que, después de unos segundos de adaptación, se convirtieron en palabras fluidas con un acento chistosamente Británico proveniente de una voz a la cual aún no le podía asignar un rostro.


- George, querido, porqué simplemente no aceptas tu destino y dejas que la compañía caiga en mis blanquecinas manos. ¡Tal y como debía de haber sido desde un principio! –mencionó el supuesto inglés.


- ¡Cuántas veces te eh dicho que, mientras esta empresa tenga mínimo un centavo con el cual trabajar, no hay forma de que te la entregué! Sigue soñando con la inexistente posibilidad de que mi empresa caigua algún día entre tus manos burguesas de niño rico –escupió como veneno la voz de su jefe.


- Heeeee...Eso lo veremos después de la reunión pues un pequeño pajarito me contó de que no hay forma de que tu plan tenga éxito – mencionó el desconocido con burla.


- Eso es lo que veremos – expresó George, siendo el, el que utilizaba un tono burlón –Tengo un arma secreta, ya verás no hay forma de que algo salga mal.


- Eso ya lo veremos.


Esas fueron las últimas palabras interceptadas por Hamilton ante de percatarse del eco producido por un andar que se dirigía hacia la puerta. El sonido avanzaba lentamente hasta la entrada, por lo que el chico decidió distanciarse de esta, para dar espacio al ente que se disponía a irse.


Por otro lado, una vez la puerta abierta el supuesto inglés se detuvo, al ver al Latino frente a él. Por un momento le tomo de sorpresa pero a los pocos segundos sus labios volvieron a dibujar una sonrisa socarrona.


- George, -comenzó el Inglés – ¡No me dijiste que tenías un hijo! Ni siquiera sabía que tenías novia. Bueno, supongo que hasta los más amargados encuentran el amor. –mencionó el extraño con cierta burla. Sin embargo esta retumbó amarga y triste en los oídos del inmigrante.


- Hamilton – llamó Washington – te presento a al señor George William Frederick, el dueño de la empresa británica King y del 30% de las acciones de esta empresa. Además, mi más gran dolor de cabeza. George, te presento a Alexander Hamilton, mi arma secreta – concluyo el más alto, orgulloso del latino.


- Oh señor no había necesidad de presentármelo –planteo el más joven –soy un gran admirador de su sistema económico y de la forma en la que dirige su empresa desde un punto de vista financiero. Además que lo idolatro hasta cierto punto por la forma en la que, desde que subió a la presidencia, consiguió aumentar su capital. ¡Es que, seamos realistas, no cualquier CEO puede acrecentar sus ingresos de un 37.5% en solo medio año! –Hamilton comenzó entonces a adular al bretón por todas las cosas que hiso por su empresa hasta que fue interrumpido por su jefe.


- ¿Oye, de qué lado estás?


- Oh em... Perdón señor es solo que él es increíble y... bueno... no pude evitarlo. Además. ¿Qué tan malo puede ser? –inquirió Alexander.


- Alex, hijo, este tipo casi le quita la compañía a mi familia. Esta alimaña, casi destruye el trabajo de mis padres –respondió Washington con odio y enfado en sus palabras sin darse cuenta de la triste mirada que William había dibujado en su pálido rostro ahora oscurecido por la amargura. Sin embargo, esa mirada de aflicción, no pasó desapercibida ante los achocolatados ojos del más bajo.


- Bueno –inicio el Europeo retomando su burlona sonrisa–supongo que tienes que preparar a tu ''gran'' arma secreta por lo que los dejaré. Nos vemos en un rato Georgy y Hamilton, espere que no me desilusiones. Tengo ganas de ver de lo que eres capaz –concluyó con un tono juguetón.


Después de eso el caribeño y su jefe se pusieron a concluir con los preparativos y los planes para la reunión hasta las dos para que Hamilton se pudiera preparar. Sin embargo, el simple hecho de saber que uno de sus ídolos lo estaría analizando le llenaba de nervios e interrumpía el curso de su concentración. Por otro lado, aunque savia que debía de prepararse, sus pensamientos no dudaron en divagar alrededor de la conversación previa. Lo peor era que los ojos azules ligeramente humedecidos por el agua salada del sufrimiento no paraban de mostrarse en su mente. Le dio pena ver a uno de los hombres que más admiraba así.


''Puta empatía. ¡Joder es el enemigo de tu jefe Hamiltom! ¡Componte! Si pero, se lo veía tan culpable. Hasta a mí me dolió...''


Hamilton sacudión su cabeza para alejar los pensamientos y se dirigió a la sala de reuniones. La junta que decidiría el futuro de su jefe y la empresa estaba por comenzar. El joven no podía permitirse de ir distraído.


''Bueno, es ahora o nunca'' Pensó antes de abrir las puertas hacia la iluminada sala.


Al entrar dio una rápida ojeada a los presentes. A su derecha se encontraban Sally Hemings, la directora comercial y James Madison, el diseñador privado de la compañía. A su izquierda se encontraban Adams y un chico bajo de cabellos avellana al cual Hamilton reconoció como el presente director financiero de la empresa. Al lado del mencionado se encontraba George el británico. Siendo este el dueño de más del 30% de las acciones de la compañía, definitivamente se debía de estar presente.


- Damas y caballeros –habló Washington dando inicio a la junta –bienvenidos a mi primera junta como presidente oficial de RevModa. Como ya sabrán, hoy eh de presentarles mi plan de negocios pero hubo un pequeño inconveniente por lo que será Hamilton, mi nuevo secretario, el que tomara la palabra.


Al segundo en que ese conjunto de silabas fue soltado al viento, la mayoría de los presentes lo miraron impactados. No podían creer lo que sus aparatos auditivos les transmitían. Bueno, todos menos el dueño de King, visto que este ya se había hecho una idea de lo que podría ocurrir con el arma secreta, ya no tan secreta, de Washington.


El más joven estaba parado en frente de todas esas miradas expectantes. Hamilton dio una profunda inhalación. El aspecto de niño en su primer día de escuela se había esfumado para dar lugar a una frialdad digna de la mismísima Rusia y a un brillo codicioso y estoico, clásico del empresario estadounidense. En conclusión, una mirada que mostraba seguridad y reculo ante nada. La mirada un lobo del Wall-Street.


- Queridos accionistas y directores. Mi nombre es Alexander Hamilton y tendré el honor de presentarles un plan de negocios al que no se podrán negar.


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Tan, tan, tan. Se aguantan hasta el próximo capítulo. ↜(#`∀')Ψ Kol, kol,kol.


OK. No tenía alternativa.


Tenía que hacer entrar al King. (^ ♡ ^)


SPOILER ALERT (^Д^)


Las cosas se ponen serias en el próximo cap. y Madison va a estar más salty que nunca. Por lo visto, cierto diseñador se reúsa a doblegarse ante el plan que lanzaría los ingresos de la compañía a un nuevo nivel.


P.D: No olviden comentar y darle a la estrellita(✧∀✧)


Atte. S2 Queen

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