¿Lo contrataron? |II|

Alexander había enterado a la sala de reuniones y se había presentado sin prestar mucha atención a su interlocutor hasta que remarco una similitud un tanto curiosa.


- Perdone. ¿Es usted Aaron Burr, señor?


- El mismo. ¿Por qué preguntas?


- Pues vera yo estudié leyes por un tiempo en Prinston, buscaba un corso acelerado en leyes cuando tuve un altercado con un amigo suyo. Puede que lo haya golpeado, es un recuerdo borroso. ¿Se encargaba de las finanzas?


- ¿Golpeaste a tesorero?


- Si. Quería ser como usted. Quería graduarme rápido y encontrar trabajo. El muy cabrón, me miro como si fuera estúpido y yo, no soy estúpido. En todo caso. ¿Cómo lo hizo? ¿Cómo se graduó tan rápido?


- Fue el legado que mis padres me dejaron al morir.


- Mis disculpas. Yo también soy huérfano, lo comprendo.


- No, esta...


Antes de que Burr pudiera proseguir otro hombre entro por la puerta. Un tanto más alto que Alexander de cabellera rubia y cara de pocos amigos.


-¡Burr! ¡Quedamos que yo me encargaría del reclutamiento del secretario de presidencia!


- Señor Hamilton, señorita Lewis, dijo Burr haciendo una pausa y mirando al intruso con odio, les presento a John Adams. El encargado de reclutar a los empleados y director del sector de Recursos Humanos.


''Y que nunca se digna a llegar temprano a las entrevistas de trabajo'' pensó Burr para sí mismo.


- Bueno Burr ya estoy aquí, puedes retirarte, dictó Adams haciendo un repetido movimiento de manos.


Burr gruño por lo bajo y se retiró de la sala no sin antes regalarle un ''Buena suerte'' a Alexander quien le sonrió de vuelta. Por su parte María estaba ahí, sentada, sin prestar mucha atención lo que causó que Alexander se preguntase si ella verdaderamente quería el trabajo.


- Bien soy un hombre ocupado, por lo que no eh leído las hojas de vida por lo que pasaré a las preguntas y compararé la información, dijo Adams sentándose frente a los jóvenes.


Ambos, Hamilton y Lewis asintieron. El caribeño por su parte dio una rápida mirada el hombre frente a él. No le cayó bien. Adams los miro a ambos y Hamilton ya sabía quién era su preferido. Esos hijos libidinosos que le dedicaba a la tal Lewis lo delataban, y mucho. Hamilton tenía ahora tres desventajas. Uno, su contrincante era una mujer bonita en plan 90' 60' 90', de cabellera negra y brillante, con unas piernas bien torneadas y un pecho contundente. Dos, el encargado de reclutar era un libidinoso que, hasta el momento, ha mantenido su mirada sobre un punto conciso de la chica. Tres, es inmigrante. Lo único que lo salvaría ahora es que su hoja de vida sea mejor y más fuerte que los instintos animales de Adams.


''Toi jodido'' pensó para sí mismo.


- ¿Señor Hamilton, comenzó Adams mirándolo con desinterés, su hoja de vida indica que usted se graduó en Finanzas en el Kings College?


- Exacto, soy graduado en finanzas y contabilidad en el Kings College con maestría y doctorado con tesis laureada. También tengo una maestría previa en leyes de mercado en Princeton. Además de eso fui auxiliar del área internacional del banco RCB que resume experiencia laboral. Siendo el vice-presidente de esa área, el señor Nicholas Barebone esta como referencia.


- Si ya sé. Ahora, mencionó cambiando totalmente su expresión al mirar a María, usted hizo 6 semestres de estudios en finanzas en la St. Martin. ¿Correcto?


- Muy correcto.


- Me gustaría saber, sin embargo. ¿Por qué dejo la escuela al sexto semestre?

- Me casé con James Raynolds.


- ¡El señor Reynolds! El CEO de Reynold's Corp.


- Sí el mismo


Y así prosiguió la conversación en la que chismosa numero dos le cuenta a chismosa número uno como se separó de ese tal Reynols y de chismes sobre otros ricos. Resulta ser que ahora María tenía otra ventaja sobre él. Ella era hija de un hombre rico por lo que tenía contactos en el mundo de la economía.


Así siguieron chismoseando hasta que la chismosa número uno despego sus ojos de chismosa número dos y se decidió al fin, a dedicarle atención al caribeño quien había estado en todos lados menos en la habitación pensando en otras oportunidades de trabajo.


- Entonces, señor Hamilton, mencionó Adams, su hoja de vida indica que domina a la perfección 6 idiomas...


- Si domino todas las variantes de latín, o sea, el español, el francés, el portugués y el italiano. Además del inglés y el alemán.


- ¿Y usted señorita?


- Inglés y francés.


- En cuanto a experiencia de trabajo está a cero. ¿Correcto?


- Si, respondió la americana.


- Muy bien pueden retirarse los llamaremos, finalizo Adams.


Ambos salieron del lugar sin embargo pocos segundos después Adams le hizo seña a la chica para entretener otra conversación con ella.


Hamilton se sabía esa canción de memoria. Iba a tener que intentar de buscar trabajo otra vez. Pero Alexander siendo Alexander Hamilton no se iba a rendir tan fácil. Encontraría trabajo. Si no era ahí seria en otro lado pero no se rendiría. ''Ya verán'' pensó ''En una de estas los mandaré a volar puede que sea un bastardo e inmigrante pero el calor que corre por mis venas es lo que me hace quien soy. No voy a dejar que esto me intimide.''


Y segado por ese pensamiento se retiraba del lugar hasta que choco con algo. Algo mucho más alto que él. ''¿¡Pero quien carajos pone un puto poste de la luz en el medio del camino!?'' pensó. Mientras tanto el supuesto ''poste de la luz'' miro hacia abajo preguntándose a quien se le ocurrió poner un escritorio o una silla en el medio de camino. Fue solo al mirar en la dirección opuesta que ambos se dieron cuenta de que se trataba una persona. Se miraron un par de segundos antes de disculparse el uno con el otro. El más alto fue el primero en retirarse no sin antes regalarle una cordial sonrisa el más bajo el cual poco después prosiguió su camino.


Sin embargo hubo una reacción inexplicable en ambos hombres pues poco después del encuentro ambos siguieron su camino con una sonrisa al aire. Hamilton incluso olvido el mal humor que le había causado la elección de Adams. Con esa misma sonrisa emprendió su camino hasta el Down Town neoyorquino donde quedaba su hogar.


Al llegar saludo a la casera la cual le respondió con una tierna sonrisa. Al llegar se puso a leer uno que otro libro sobre economía además de hojear un poco el movimiento de la bolsa para luego comenzar a hacer lo que mejor hace. Escribir. En una pequeña libreta que escondía bajo el colchón de su cama junto con todas sus pertenencias las más preciadas y escribió. Escribió sin parar hasta el caer del sol. Escribió lo ocurrido hoy, sus pensamientos, sus nuevos planes de trabajo e, inesperadamente, redacto uno que otro pensamiento sobre el chico ''poste de luz'' como decidió llamarle.


Así se mantuvo durante un tiempo y hubiera podido seguir así de no ser por el irritante sonido del teléfono que lo interrumpió en medio de una frase.


-Hola, respondió, ¿Con quién hablo?


- Buenas noches soy George Washington el...


- ¡El posible y más probable futuro CEO de RevModa! interrumpió emocionado el caribeño.


- Hehe, se rio apenado su interlocutor, si ese soy yo y puedo suponer que hablo con el joven Alexander Hamilton.


- ¡Si el mismo!


- Bueno llamo para informarle de que estoy interesado en sus servicios.


-¿¡En serio!?


- Si, su hoja de vida me pareció muy interesante. ¿Podría venir para encontrarnos mañana? ¿A las 9am si posible?


- ¡Si señor! Está perfecto.


- Muy bien nos vemos mañana y si todo transcurre como debido, pues, considérese contratado, dijo Washington dando por terminada la conversación.


- Oh. Por. Dios. ¡Me contrataron!


Rápidamente Hamilton salió de la casa para ir a anunciarle a su casera que lo habían contratado. La anciana, cuyo nombre es Julia, fue el único apoyo que Alexander tuvo al llegar. Con ella compartió sus felicidades, sus llantos, sus quejas, en fin, todo. Alexander siempre fue el típico lobo solitario sin embargo no pudo evitar crear un lazo familiar con la anciana española y con un poco de tiempo ese lazo se fue lentamente extendiendo entre las personas del edificio. Se convirtieron una familia y todo gracias a la anciana cacera española. Muchas veces se le escuchaba soltar un ''aquí no hay quien viva'' que solo el caribeño, por hablar español, entendía y el que no lo entendía termino por comprender parcialmente lo que significaba. Todos y cada uno de los inquilinos amaba a Julia, incluso cada uno le tenía su propio nombre y la anciana les agradecía eso.


Después de varios golpes a la puerta la anciana abrió para encontrarse con un súper excitado inmigrante de 25 años.


-¿Ahora qué hiciste mocoso?


- ¡Me contrataron nana! ¡Me contrataron!


- No


- ¡Si!


- ¡Mi Hami, encontraste trabajo! ¡Estoy tan orgullosa!


- Nana ya verás. Todo mejorara. ¡Dentro de poco te podré pagar el doble de renta!


- Esto no se queda así. Aquí va a haber fiesta, dijo antes de asomarse por la puerta.


- Oigan todos ''El mocoso'' de Hamilton consiguió trabajo, avísenle a los de abajo, a los de arriba y traigan lo de costumbre.


Desde los pasillos se podía escuchar gritar ya en varios idiomas. Todos los del edificio llevaban tiempo esperando el día en el que Hamilton encontrara trabajo visto que él, a cada vez que fallaba una entrevista, siempre les decía que esperaran que ya verían de que era capaz. ¡Algunos habían incluso empezado a apostar!


En los pisos de arriba se pudo escuchar a un Italiano decir ''¿Fu assunto? ¡Ha! ¡Te lo dije chino! ¡Me debes 20$!'' El grito bajó, a la típica velocidad del sonido, las escaleras al primer piso donde fue respondido rápidamente por un japonés ''¡ファック! ¡A la próxima apuesta no me ganas!''. Así poco a poco todos los inquilinos se fueron enterando y empezaron a pensar en que llevar.


Esto era otra costumbre entablada por Julia, siempre que algo bueno pasaba todos hacían fiesta. Cuando el italiano del 3B se casó la despedida de soltero fue en casa de la anciana y cuando la pareja del 1A tuvo su primer hijo la noticia fue recibida en casa de Julia. ¿Cuándo la adolescente del padre soltero del 2C cumplió 15 adivinen donde fue la fiesta? Exacto en casa de Julia. En cada una de las ocasiones todos los vecinos traían una que otra cosa para contribuir al menú de la fiesta, incluso Hamilton que habitualmente no tenía un quilo se las arreglaba para contribuir.


Así fue como los japoneses del 1C trajeron sushi, el argentino del 1B trajo mate y las chicas del 3C trajeron varios postres. Todos los vecinos festejaron a Alexander como a muchos antes de él y así paso la noche entre risas, burlas y mucha alegría.


Hamilton esa noche se fue con ese buen ánimo a dormir y con una sonrisa en los labios soñando con una oportunidad, un futuro mejor y a lo mejor, quien sabe, una historia de amor.


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1844 palabras 3h de escritura y 2h de corrección ('。`) \\٩( 'ω' )و ///


¡Espero que les haya gustado! (〜^∇^)〜


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Att. S. Queen

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